La hija del Caníbal

¡Valiente decepción me he llevado con este libro! El año pasado me inicié con Rosa Montero, y rápidamente me enamoré de su forma de escribir. ¡Cómo escribe esta mujer! Después de leer "Temblor" y posteriormente "Bella y oscura", que aunque no me parecieron redondos, me gustaron, pensé que con "La hija del caníbal" iba a terminar de redondear uno de sus libros. Y ha sido un chasco absoluto.

La historia inicia con una pareja en el aeropuerto, a punto de coger un vuelo. Ramón decidé entrar al cuarto de baño, mientras Lucía lo espera impaciente. Su vuelo está a punto de salir y el hombre no aparece. Lucía pronto descubrirá que Ramón ha sido secuestrado por una banda terrorista y recaerá en ella toda la responsabilidad de salvar la vida de este. Con semejante inicio de trama, me esperaba un thriller tenso y vertiginoso, y nada más lejos de la realidad.

La historia se hace aburrida, no parece ir hacia ninguna parte y todos los hechos que se van sucediendo parecen atropellados unos detrás de otros porque sí, sin que aporten nada. Realmente la trama del secuestro es una excusa para explorar íntimamente al personaje de Lucía y su crecimiento. Pero ni siquiera esto me resultó atractivo, y el personaje de Lucía me pareció cansino y aburrido. No logré empatizar con ella en ningún momento.

Para colmo, el resto de personajes son incluso más insulsos. El elenco protagónico lo completan un octogenario llamado Félix y un veinteañero cuyo nombre es Adrián. Mientras que el segundo solo sirve para estar "muy bueno" y contar sueños raros, el primero se dedica a contar historietas. Cada pocas páginas se pone a contar a cachos la historia de su vida, y son capítulos tremendamente soporíferos y aburridos.

Aún así le perdono este traspiés a Rosa, porque me encanta como escribe y porque un mal día y un mal libro lo tiene cualquiera. Intentaré elegir mejor mi próxima lectura de ella para que vaya hacia arriba y no vuelva a bajar. ¿Alguna recomendación? Si le he dejado dos estrellas y no una, ha sido única y exclusivamente porque, aún sin interesarme la historia, esta señora escribe tan bien que había trozos que tenía que señalar.