Una trilogía rural

Más de ochenta y cinco años después del asesinato de Federico García Lorca, su obra sigue fascinando tanto a quienes llegan a ella por primera vez como a quienes decidimos volver a tras unas primeras lecturas en una adolescencia ya lejana. “Bodas de sangre”, “Yerma” y “La casa de Bernarda Alba” son tres de las obras más significativas del teatro de Lorca, y tres obras que tienen algo en común: mujeres desafiando la norma.

El año pasado, @iluros ya nos trajo de vuelta a Federico con una singular biografía ilustrada de @lumenedit que no he parado de recomendar desde que cayera en mis manos. Ahora, con “Una trilogía rural”, tenemos la oportunidad de disfrutar de nuevo de sus ilustraciones y del texto íntegro del dramaturgo granadino.

La pasión, la culpa, la desesperación, el silencio, pero, sobre todo, la represión de la mujer en la España rural de comienzos del siglo XX -la España que tan bien conocía Federico- están presentes en la Trilogía. En “Bodas de sangre” somos testigos únicos junto a La Luna de cómo un intento de libertad acaba en tragedia. Con “Yerma”, el deseo frustrado de la maternidad de su protagonista la consume hasta la desesperación. Y en “La Casa de Bernarda Alba” son de nuevo el silencio y la opresión las causantes de este drama familiar femenino.

“Porque tú crees que el tiempo cura y que las paredes tapan, y no es verdad, no es verdad”, decía la Novia. Nadie antes había mostrado como Lorca la voz y opinión de muchas mujeres andaluzas cuyos deseos, ilusiones y esperanzas eran reprimidas o ahogadas por lo que la sociedad esperaba de ellas. Y es precisamente este acto valiente de alzar la voz para perseguir sus deseos en escenas que #IluRos representa el dramatismo del momento, lo que provoca la tragedia final de estas “antiheroínas” y que suframos, de nuevo, con ellas.
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