No se puede amar a los demás mientras nos odiamos callada y profundamente.
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No se puede amar a los demás mientras nos odiamos callada y profundamente.
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-No te preocupes -sé que lo expresó sin intención de hurgar en la herida-. El humor nos salva. Yo me escapó de grandes miserias gracias a él.
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Las cosas no son como creemos recordar. Pasa el tiempo y le vamos añadiendo capas subjetivas, le vamos sumando imágenes que hemos creado junto al relato que nosotros mismos nos contamos, aunque no las viéramos nunca. Con el tiempo las damos como verdaderas, después de haberlas incorporado desde nuestros recursos sensoriales, permeables a la imaginación.
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Ni puñetera idea, Romero. No tienes ni puta idea de con quién te estás tomando este whisky. Con un indeseable, amigo. Y eso, lo de amigo, es algo que me gustaría seguir llamándotelo y considerándote. Espero que tú también a mí cuando me haya quitado la máscara. Cuando eso ocurra, me gustaría que tuvieras claro si quieres seguir siéndolo. Lo dudo.
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La memoria graba la última imagen que de nosotros nos ofreció un espejo. Se lo leí a Manuel Vicent. Era así.
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No voy a hablar de que me mostrara cariñoso con él, porque, por lo que he ido detectando en los últimos años, no se encontraría la afabilidad entre mis virtudes, pero teniendo en cuenta la fama que tan bien me he ganado a fuerza de desdenes y desprecios arrogantes para con los demás, era digno de contar como un destacable avance sólo el hecho de que no lo hubiera mandado a tomar por saco.
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Nos abrazamos como si hiciera un siglo que no nos veíamos. Nos dimos dos besos. Nunca lo pude hacer con los hermanos que no tuve y ahora beso a mis amigos hombres como hice siempre con las señoras. Mejor eso que el abrazo de macho de caverna, el que se consagra con palmoteos sobre la dorsal ajena enviando la señal de que somos muy tíos, eh, sin mariconadas que valgan.
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Cuando pisara Madrid iba a entregar la placa de sheriff y mi revólver. Me jubilaba. Por fin. Ya lo había decidido. Me llegaba la edad y era el momento de darle el giro definitivo y último a mi vida. No sospechaba, sin embargo, que fuera a ser tan copernicano como el que me aguardaba a mi retorno.
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Soy crítico de cine y en aquellos días de principios de 2018 me encontraba en un hotel de Los Ángeles. Allí, de madrugada, recibí la llamada con la que arranca esta historia, la que se convirtió en mi única obsesión desde ese instante.
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¿Cuál es el nombre completo de la protagonista femenina en "Una corte de rosas y espinas"?