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Crítica de MarioG17


MarioG17
24 March 2020
“Todos los derechos son importantes, pero, si nos amputasen el derecho a soñar, perderíamos todo el resto”, dice el autor en este libro. Soñar, sin embargo, en almohadas de piedra no es bueno para la salud. Y sé lo que me digo.

Manuel Rivas (A Coruña, 1957), es un autor español que ha recibido premios como el de la Crítica española y el de la Crítica gallega, además del premio Nacional de Narrativa. No es un autor desconocido, más bien célebre —y celebrado— gracias a su obra magna: El lápiz del carpintero.

Contra todo esto es, por otra parte, un manifiesto, un ensayo, un panfleto. A partir de un índice que nos presenta una obra concienzuda, Rivas nos
adentra en unos temas de rabiosa actualidad sobre los que él opina desde su más que clara ideología y pensamiento. Desde la Guerra Civil española, hasta el feminismo, pasando por las Humanidades, la corrupción política, la turistificación y, por supuesto, España.

Sin duda, Rivas no duda en volver al tema central de su novela más famosa, ese conflicto entre españoles que marcó un antes y un después en la historia de nuestro país. Se lamenta de lo que los antepasados padecieron y critica que no se atienda a las víctimas y que no se imparta justicia tras la Transición. El dictador, al fin y al cabo, murió de viejo y con un patrimonio exuberante en su poder.

Contra todo esto es una masa de denuncia social. Todo aquí es denuncia social, a veces de un color y a veces de otro —no me refiero al color político, ya que las críticas siempre van dirigidas al mismo tono—, pero denuncia social, al fin y al cabo. Rivas critica que en la sociedad actual se haya expandido el “pensamiento grosero” y se ignore la enseñanza de las Humanidades. Claro, estas ayudan a pensar, y eso no interesa demasiado. Además, no son útiles del todo, no se ven resultados según muchos, así que son prescindibles. Por eso Rivas pone de relevancia el libro La utilidad de lo inútil, del gran Nuccio Ordine.

Él habla de 'canallocracia' y de aquellos partidos que financian sus campañas electorales como no deben. La corrupción lo ha anegado todo en los últimos años en la política española. Aunque la cosa ahora está más calmada, cuando este libro fue publicado todavía estábamos en pleno maremágnum de casos y operaciones con nombre cuasi-bíblicos.

Rivas escribe esto porque no espera “milagros de los gobiernos”, pero detesta “a quienes los utilizan como máquinas de desesperación”. A favor de la inmigración y de la dignidad de los refugiados y de los más necesitados, el autor avisa de la llegada de una derecha pretenciosa que cuando se publicó el libro no era nada para lo que estaba por venir.
Critica la carrera armamentística, a la que España se ha sumado, según dice. Aunque claro, lo que España ha invertido es una miseria si lo comparamos con las cifras de Estados Unidos, Rusia y China, entre otros países.

Algunas críticas son injustas y desmedidas, ya que no valora el progreso alcanzado. España es un país, como cualquier otra democracia, imperfecto. Pero creo que después de una dictadura de casi cuarenta años ha avanzado muchísimo. Él mismo alaba el matrimonio igualitario aprobado en 2005. España fue, recordemos, el tercer país del mundo en aprobarlo.
Igualmente, debemos estar orgullosos de nuestros logros. Por ejemplo, de nuestra sanidad pública, siempre tan golpeada y maltratada y que, sin embargo, es nuestro mayor arma, como se demostró en la crisis del COVID-19.

La mayoría de las críticas que hace son necesarias, creo, pero muchas de ellas son desorbitadas y no equitativas. Es importante la crítica constructiva y la denuncia de injusticias. Por ejemplo, la crítica al machismo, al cambio climático, a la desigualdad entre hombres y mujeres, la conocida como Ley Mordaza, a los intereses de los poderosos para intentar aplastar a los ecologistas, y así un largo etcétera.

Rivas reúne un sinfín de proclamas sobre el descontento de la ciudadanía ante las injusticias o desavenencias de una vida que está mal hecha. Él mismo pone en valor el periodismo como contrapoder y a los periodistas asesinados o acallados de cualquier de las maneras posibles a lo largo y ancho del mundo. “El periodismo está vivo y por eso lo matan”, asegura.
Rivas también deja un hueco para hablar de la Memoria histórica en un capítulo titulado con ingenio y con el oxímoron “¿Qué futuro dejaremos a nuestros antepasados?”. Y, por supuesto, para el tema perenne entre la sociedad española, monarquía o república, criticando a la primera y ensalzando la segunda.

Un asunto en el que se interna profundamente es el de la violencia machista, el feminismo y el techo de cristal, y no se le pasa citar frases de célebres personajes de la antigüedad con respecto a las mujeres, sin tener en cuenta la coyuntura social de la época, lo cual no justifica las perlas que algunos soltaron, pero que estaría bien valorar. Por ejemplo, dice que Schopenhauer consideraba a la mujer como el segundo sexo. O Rousseau, que defendía la educación discriminatoria para que las niñas crecieran bien educaditas en sumisión. Y de Aristóteles ya ni hablamos, por el hedor machista que deja entrever el libro Cuentos filosóficos, de Martin Cohen, en el capítulo dedicado a dicho filósofo.

No todo, aunque casi, es denuncia social. También introduce historias con más contenido humano que crítica, por ejemplo, en el capítulo “Los tatuajes de la madre”, donde invita a reflexionar. Y también habla de literatura, ¡menos mal! Desde Moby Dick hasta el Quijote, pasando por Borges y Saramago.

Al final, un conjunto de aforismos cierra un libro que no es largo y, aunque espeso en críticas, se hace ameno y de necesaria lectura. Eso sí, siempre con un toque de indignación. Lo que está claro es que ya está bien de retórica y verborrea. Hacen falta soluciones y más educación.
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