Donde haya tinieblas

Lo primero que me atrajo de este título fue su portada, pero por si me quedaba alguna reticencia ésta se esfumó por completo al saber el nombre del autor, de quien ya había leído su anterior novela, "La huella del mal", que me gustó bastante. Hoy os hablo de "Donde haya tinieblas", un thriller policíaco de marcado ritmo e intensa trama aderezada con buenas dosis de humor, que he disfrutado horrores porque cuenta con un protagonista con el que he empatizado desde el primer párrafo y me lo ha hecho pasar en grande.
Una famosa modelo rusa, menor de edad, ha desaparecido. Llegó a Madrid para asistir a la inauguración de una tienda, pero nunca se presentó al evento. Un equipo de la UDEV (Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta), encabezado por los inspectores Martínez y Pieldelobo se hará cargo del caso. Pero lo que parecía un secuestro se complicará con la aparición de un cadáver en el altar de una pequeña ermita de Extremadura…
Vamos por partes, como dijo Jack: hago un breve inciso para comentaros que hay ciertas escenas de libros que quedan grabadas a fuego en la memoria del lector por uno u otro motivo. Esto me había ocurrido solo con un suceso sobrecogedor y magistralmente descrito en la novela de "Nadie está solo", de Sandrone Dazieri. Bueno, pues tras leer esta nueva novela de Manuel Ríos ya hay otro acontecimiento difícil de olvidar, en nada parecido a lo comentado anteriormente, y es la escena en la que se verá implicado su personaje principal, que transcurre en cierto club mítico de la capital. Hacía tiempo que no me reía tanto.
Trazada con una prosa desprovista de artificios y con una narrativa descriptiva y tremendamente visual, Manuel ha conseguido tejer una trama efectista en la que se van a barajar tres líneas de investigación totalmente dispares que no voy a revelar porque prefiero que las descubráis vosotros si os animáis a leerla, conduciendo al lector, con un ritmo acentuado propiciado a golpe de capítulos de corta extensión, por diversos lugares sagrados de la geografía española. Nos veremos inmersos en un thriller de acción que pone su foco de atención en las redes sociales, en lo expuestos que estamos al compartir demasiada información personal y en la impunidad de gente tóxica que por allí se mueve.
"Donde haya tinieblas" está protagonizada por dos personajes que no pueden ser más antagónicos tanto en el modo de abordar la investigación como en su forma de ver la vida. El caos de un baby boomer anticuado frente al orden cuadriculado de una milenial de perfil feminista. Por eso, desde el principio, el buenrollismo entre ellos brillará por su ausencia. Ambos con mucho carisma, de ahí que formen el tándem perfecto y la relación acabará enriqueciendoles.
Con una voz intimista en primera persona, la del inspector Martínez, que es el punto fuerte de esta novela y el encargado de impulsar la historia, permitiendo que nos sumerjamos en su mente para vivir las situaciones tal y como él las percibe, iremos descubriendo a un policía campechano y cincuentón, tremendamente divertido, que perdió el tiempo haciendo un curso de control mental, porque le costaba una mijilla centrarse y evitar irse por las ramas. Y ahí sigue, en las ramas más altas de una Sequoia californiana. Un punto de vista interesante porque nos revela a un personaje creíble, vestido de realidad, con el que es posible empatizar y que ha acaparado toda mi atención, haciéndome partícipe de su aventura al completo. Un tipo respetuoso, bonachón y divertido, un soplo de aire fresco entre tanto crimen. Me lo he pasado en grande leyendo sus reflexiones y he llegado a identificarme con algunas de ellas. Remarcable es la mala leche de la inspectora Nuria Pieldelobo. Una mujer de otra generación con mucho aplomo y segura de sí misma pero con nula paciencia y algún que otro secreto en su pasado. Lo que viene siendo un buen regalito…
Sintetizando: "Donde haya tinieblas" es un thriller de ritmo marcado y un protagonista sin parangón al que tenéis que conocer sí o sí porque me ha hecho reír cuando más lo necesitaba. Una historia con buen ritmo y agilidad narrativa gracias a que dosifica correctamente el suspense, en la que se constata la ardua labor de documentación llevada a cabo por su autor sobre iconografía religiosa. Espero que Manuel Ríos San Martín se decida a hacer una serie con estos dos personajes tan antagónicos pero que tan buen equipo forman, porque dan mucho juego.

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