Y si algo más debo decirle es esto: no crea usted que el que intenta consolarle vive sin esfuerzo bajo las sosegadas y sencillas palabras que a usted a veces le hacen bien. La vida de quien las escribe tiene fatigas y tristezas y queda mucho más rezagada que la suya. Pero, de no ser así, no habría podido encontrar estas palabras.
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