La joven del acantilado

Grania regresa a su Irlanda natal dispuesta a empezar una nueva vida, pero un viejo y oscuro secreto familiar se interpone en su camino.
Una vez más, la autora ofrece una historia llena de emociones, en la que muestra muchas formas de amor, sorprende con giros inesperados y, al mismo tiempo, a través de la trama también se acerca la desgracia humana o la enorme tristeza. Como de costumbre, su novela cruza dos períodos: el presente captura la vida de la joven escultora Granie, mientras que en la parte histórica conocemos los destinos entrelazados de (no solo) sus antepasados. Realmente disfruté la parte histórica del libro, estaba lleno de secretos y tragedias.
Una mujer, un hombre, un niño, la vida, la muerte, la mentira, el engaño y los malentendidos. Estos factores corren desenfrenados a lo largo de esta historia y cada pieza trae consigo sus propias complicaciones y misterios.
La historia en sí fue simplemente maravillosa. Las historias familiares de los Lisles y Langdon estaban tan impresionantemente entrelazadas. Me encantó acompañar a las diferentes generaciones de familias. Especialmente la historia de Anna y Mary durante la 1ª Guerra Mundial en Londres fue muy conmovedora para mí y me gustaron mucho.
En conclusión, un libro que se disfruta de principio a fin y que demuestra una vez más lo buena escritora que era y que sus historias nos quedaran para el recuerdo.