Anatomía del amor

Bueno... sin más. Ha sido una historia entretenida que se lee super rápido (me ha durado dos días), pero intenta abarcar muchos temas para acabar cojeando con las cuatro patas, ni siquiera el romance me ha sabido a algo, ha sido precipitado, un insta-love de manual y sin verdaderas chispas entre los protagonistas o, más bien, con demasiadas chispas porque de primeras ya parece que van a chamuscarse hasta las entrañas al mirarse por primera vez.

Ha sido un error mío porque, de primeras, lo que vi fue las batas blancas de la portada y mi mente ha pensado "oh, esto es como los físicos y químicos de los libros de Ali Hazelwood". Encima el título... es que es imposible que no dé unas vibes tremendas a los adorados libros de nuestra adorada Ali. Y no, nada que ver. Que yo lo sabía, que son médicos y el título no tiene nada que ver. Que es otra autora y bla bla bla... lo sé, mi mente lo entendía, pero no he podido evitar caer como una mosca en una trampa.

La trama por completo se basa en la relación romántica porque, bueno, es un romance y tiene sentido, pero para tener casi quinientas páginas, me ha faltado mucho desarrollo. Muchísimo. al inicio la autora se hace la loca presentándonos a otro chico, un malote de primera que lo único que me daba era auténtico cringe, pero luego se saca de la manga a otro y, en fin, si soy sincera y de las pinceladas de Ian, creo que este podría haber dado muchísimo más juego que Nash. Nash es... un soso, demasiado serio y demasiado profesional, bueno, hasta que cruza la primera mirada con Laura, ahí ya se desmelena y no entiende el hilo de sus pensamientos ni de por qué actúa como lo hace. BUM, directo al corazón. Toooooda la longitud del libro es un tira y afloja, no de los cuquis, sino de los que se hacen pesados hasta la saciedad: él no quiere una relación amorosa dentro de los parámetros de lo profesional, pero en verdad ni siquiera se conoce más allá de su vida anterior, es un lienzo vacío con algunos manchurrones por aquí y por allá que no aportan fondo a su personalidad, parece que solo existía en medio de la nada antes de que Laura llegara a su vida... pensaba que ya habíamos superado esos libros románticos en los que ambos intereses amorosos no han tenido vida hasta que conocen al prota contrario.

La autora intenta meter mogollón de temas sociales que podrían haber dado juego y ser interesantes, pero no los puedes incluir para después dejarlos ir como si no pasara nada, no les afecta a los personajes, no parece que haya más juego con nada de lo mencionado. Es como un capítulo de una de esas series de trescientos capítulos: pasan cosas relevantes, pero como el hilo de la trama es tan fino puedes verte el capítulo cinco y el veintiocho y no te has perdido nada. Mete el racismo, la violencia doméstica, el dolor de perder a pacientes, la amistad, los celos... Todo queda, ya no en un segundo plano, sino olvidado en cuanto pasas a la siguiente página. Ocurren algunos sucesos de tensión y drama, pero no he empatizado ni conocido los sentimientos ni a los personajes para sentir algo, es... sin más.

Me ha encantado el realismo de la vida en un hospital, los lazos que se van creando entre compañeros y enfermeros y médicos, los pacientes, las historias que van rodando en forma de rumores e historias para mantenerse entretenidos, los temas médicos tan maravillosamente documentados. Ha creado una atmósfera super realista. Aunque de nuevo me ha faltado más profundidad en la relación de Laura con sus compañeros.

No ha sido un libro malo, ha sido un libro sin más. No voy a seguir con la saga, aunque el final es asquerosamente abierto. Lo hubiese abandonado, pero me ha durado dos días, así que tampoco siento que haya ocupado tanto tiempo.