La inspectora Salazar vuelve a enfrentarse al terror de una persona en la que el mal mueve todos y cada uno de sus actos. Ese hilo pendiente en la muerte de las niñas que centró el primer libro,aparece ahora que la inspectora tiene a Ibai para alumbrar ese mundo tenebroso en el que vive desde pequeña. Un niño que debía ser niño, como se dice en el libro.Amaia Salazar deberá enfrentarse a nuevos y antiguos miedos, teniendo como punto de partida la profanación de una iglesia de uno de los pueblos del valle de Bastan.Una segunda parte que supera con creces la primera y que hace esperar la tercera con verdadera ansia.
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