InicioMis librosAñadir libros
Descubrir
LibrosAutoresLectoresCríticasCitasListasTest
>

Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
09 October 2019
A veces los lectores tenemos ideas tontas, miedos tontos, cuando decidimos hacer frente a un libro que estamos deseando leer. ¿Qué clase de ideas y miedos tontos? Pues de esos que te hacen comprarte un libro con toda la ilusión por muchos motivos, libro que al final acaba languideciendo en la estantería porque te llegan aires de opiniones que hablan de decepción y que te hacen dejarlo pasar un tiempo hasta que se te olviden esas opiniones... lo que no suele pasar nunca si tienes buena memoria xD. Y eso que yo cuando quiero leer un libro, leerlo de verdad, no suelo hacer caso de otras opiniones, sean buenas o malas, entre otras cosas porque suelo ir bastante a contracorriente. Pero no sé qué me ha pasado con este libro que tenía miedo de que no me gustase. Es que QUERÍA con todas mis fuerzas que me gustase. Por fin este año he decidido ser "valiente" y leer La librería, uno de los libros en mis estantes que más ha sufrido este reposo involuntario. ¿Por qué no me va a gustar?, me dije. Si es el tipo de literatura que me encanta, ¿qué puede salir mal?, me dije. Y si al final no me gusta, si al final también me decepciona... ¿qué? ¿Se acabaría el mundo? No, ¿verdad?, me dije. Y aquí estoy para hablaros de la librería, de Penelope Fitzgerald, que he disfrutado un montón y que ya podía haber leído hace cuatro años cuando lo compré en lugar de hacer el panoli. Nada nuevo bajo el sol :)

Y tras esta intro más larga que un día sin pan, os cuento qué me ha parecido la novela.

Estamos en 1959, y Florence Green, una viuda habitante del pueblecito costero inglés de Hardborough, decide comprar Old House (una casa embrujada del siglo XVIII en primera línea de playa que lleva años abandonada sin que nadie se interese por ella y que además cuenta con un poltergeist como eterno y bullicioso habitante) y abrir en ella una librería, la única del pueblo. Lo que debería ser motivo de alegría para los habitantes de Hardborough acaba convirtiéndose en una guerra encubierta por parte de la alta sociedad de la zona porque se les ha ocurrido, de repente, que ellos también querían Old House para otros menesteres... y si de paso Florence se va del pueblo, tanto mejor. Florence, con casi todo el pueblo en contra, no está dispuesta a que minen su voluntad, y mientras hace frente a sus embites como puede, solo cuenta con la ayuda de una espabilada y resolutiva niña de diez años, con la simpatía de un viejo huraño que vive apartado de la vida social del pueblo y con los consejos de un vago profesional que le recomienda que compre Lolita, de Vladimir Nabokov y lo venda en su librería (al poltergeist frustrado de la casa no lo consideraremos ayuda xD). Florence pronto descubrirá que el éxito a veces no solo es efímero, sino que se vuelve en tu contra, y que a pesar de lo que digan los libros, los optimistas y sus epopeyas, David casi nunca vence a Goliat.

Creo que para entender esta historia primero hay que entender al pueblo en que se sitúa (que es un personaje principal en sí mismo) y a los seres humanos que pululan en él. Hardborough es un lugar cada vez más incomunicado (ferries, puentes, trenes, carreteras... cada poco tiempo pierden un medio de transporte distinto que les una con el mundo), y los habitantes de Hardborough son como el propio lugar en el que viven: replegados en sí mismos, solitarios, aislados de todo y de todos de tal manera que todo lo nuevo, todo lo que se salga de unas rutinas cuyos inicios se pierden en el tiempo, les provoca rechazo, desconfianza y una aversión instantánea. A grandes rasgos, Hardborough es un pueblo que, cuanto menos tiene, menos quiere tener.

Florence Green no es nativa de Hardborough (por ciertos detalles debemos suponer que es londinense), y aunque es una mujer solitaria que se mimetiza a las mil maravillas con su entorno y que pasa totalmente desapercibida, en el fondo es muy distinta: por dentro le bullen las metas, los objetivos, quiere hacer cosas, las quiere hacer por sí misma y no tiene miedo a intentarlo. Florence es demasiado buena (se dice desde el principio), ingenua y quizás un tanto idealista, pero también es perseverante, valiente y está decidida a sobrevivir y luchar como sea por su sueño, que no es otro que, simplemente trabajar en lo que a ella le gusta: ser librera. Y si los demás se empeñan en que Harborough no necesita una librería, que no necesitan esa "rareza", si la acosan de un modo invisible tan educado como desgastador, ella sigue plantando cara y batallando.

Puedo entender por qué a muchos lectores les parece que no pasa nada en la historia, pero mi experiencia con este libro ha sido totalmente diferente. Es un libro que se apoya totalmente en los personajes, sus sentimientos y su relación con los demás, porque así es la vida y el día a día de cada uno de nosotros. Florence Green es una mujer normal que abre un negocio porque quiere dar un paso adelante en su vida y que no solo no hace daño a nadie, sino que dando ese paso enriquece su comunidad y la vida de los que la rodean. Y en vez de recibir apoyo, cariño y empatía, se encuentra con la mezquindad de la gente y la falsedad que es innata en la naturaleza humana. Resulta muy fácil ponerse en el lugar de Florence tanto en lo bueno como en lo malo; resulta fácil acompañarla en su sueño y su trabajo duro por sacarlo adelante, y en su decepción y vergüenza cuando se da cuenta de que no solo no va a recibir ayuda de nadie, sino que van a hacer todo lo posible por derribar su sueño; y resulta fácil ponerse en su pellejo porque la vida es precisamente eso, un camino empedrado de ilusiones, sueños, decepciones y trabajo duro, y muchas veces nos tragamos todas esas piedras sin que nadie más se dé cuenta y sea consciente de ello. Estoy convencida de que pasan muchas cosas en este libro, pero son tan reales, tan auténticas, tan factibles y mundanas, que las pasamos por alto cuando las vemos negro sobre blanco porque estamos acostumbrados a verlas todos los días.

Pero además de Florence y sus diatribas vecinales, La librería abre una ventana al modo en que funcionaba una pequeña librería en los años 50 y los retos a los que debía enfrentarse el desdichado librero. La propia Fitzgerald fue librera en su momento y toda esa experiencia se vuelca en la historia. Por ello asistimos al proceso ya no solo de decidir qué tipo de libros quiere tener en su librería, sino cómo ordenarlos, cómo distribuirlos y elegir entre lo ineligible. Devoluciones después de haber leído ya el libro, gente que toquitea todo y no compra nada, gente que lee los libros gratis a fuerza de pasarse todos los días y leer el capítulo de turno... clientela en general, esa que de ningún modo lleva siempre la razón y que muchas veces es una completa impertinente carente de empatía. Accesorios literarios que a veces estorban más que otra cosa, libros que vivirán eternamente en la estantería sin que nadie les dedique una sola mirada, o ese mundillo (poco conocido y bastante implacable) de la distribución editorial, que visto lo visto no ha cambiado nada en los últimos 70 años. Muchos libreros de pequeños establecimientos tienen que lidiar con imposiciones que les obligan a quedarse con veinte libros que no quieren por cada novedad o libro que sí quieren, con lo que al final acaban vendiendo lo que la distribuidora quiere, no lo que a ellos les gustaría.

Creo que resulta evidente: he disfrutado muchísimo de la novela. La librería puede parecer una historia que solo habla de una mujer que quiere abrir una librería en un pueblo pequeño y aislado y en el que no pasa mucho más... pero sinceramente creo que es mucho más que eso. Convivencia, respeto, empatía, malicia, traición, vergüenza, abuso de poder, la asfixia educada del despotismo solapado en una comunidad pequeña... todo esto forma parte del corazón del libro, tanto por su presencia como por su ausencia, según el caso. Me ha parecido tierno a ratos, en otros divertido, con un poso acusado y persistente de melancolía que no aturulla la historia pero que tampoco la abandona y le confiere un aura nostálgica que, hacia el final del libro, cuando ves en qué va a acabar todo, se convierte en una sombra pegada a las páginas.

Y Penelope Fitzgerald enmascara todo esto en una aparente simplicidad desapegada porque, sencillamente, escribe muy, muy bien. Te lleva por donde ella quiere con una riqueza narrativa totalmente carente de estridencias y grandilocuencias. La narración fluye, los escenarios cobran vida, los personajes adquieren la dimensionalidad que les corresponde en la trama, y todo ello con una limpieza y una frescura fantásticas. Sencillez y sensibilidad al servicio de las emociones y la humanidad, en lo bueno y en lo malo.

Cuatro años después de comprarlo, ya puedo decir que me parece una delicia de lectura.
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
Comentar  Me gusta         90



Comprar este libro en papel, epub, pdf en

Amazon ESAgapeaCasa del libro
Apreciaron esta crítica ()(7)ver más