Un tío con una bolsa en la cabeza

Un tío con una bolsa en la cabeza es el título singular de una novela original que describe perfectamente el meollo de la trama de esta novela negra, ultra negra y magníficamente escrita, mostrando de paso el hablar coloquial de los canarios, algo diferente del castellano puro, lo que le agrega un charme.

El tío con una bolsa de basura, aunque perfumada, en la cabeza es nada menos que Gabriel Sánchez Santana, alias Gabrielo, el alcalde de la localidad ficticia de San Expósito, localidad que surgió de la especulación inmobiliaria y del turismo de masa, una localidad que en un comienzo fue una caleta de pescadores.

Gabrielo era hijo de un albañil, personaje pobre y probo. Pero Gabrielo se acercó temprano al alcalde de entonces, el Viejo, quien se preocupó de que cursara estudios para luego tomarlo bajo su ala e iniciarlo a la práctica de la corrupción a todos los niveles. Y cuando el Viejo se retira, Gabrielo es quien tira los cordones de la bolsa y blanquea hasta dinero de la mafia rusa via los business locales.

Este libro, segundo que leo a Ravelo, tiene una escritura perfecta, brillante y contundente. Y, aun más, interesante, porque nos describe paso a paso el modus operandi de la corrupción en un balneario canario, a todos los niveles, especialmente políticos. Una verdadera lección de amoralidad, desfachatez, sinvergüenzura y caciquismo en unos cara duras que se creen amparados de todo.

Todo el relato se lee como un flujo de conciencia o diálogo interior, alternando a la primera o a la segunda persona del singular con diálogos ultra cortos que imprimen un ritmo a la novela, pero también párrafos largos que muestran la actividad cerebral desbocada de alguien que se está asfixiando. Gabrielo ha sido atacado a su domicilio por dos rufianes, en lo que pareciera un simple robo, pero que el alcalde sabe que alguien (amigo o enemigo) quiere su pellejo. Durante todo el libro Gabrielo analizará todas las probabilidades y pasará el film de su vida contando sin tapujos, todas sus malas y pésimas acciones sin que jamás haga una autocrítica o se arrepienta de los hechos (el lector llega a la conclusión que toda esa corruptela es tan NORMAL entre los corruptos, y el que no aprovecha, es un cretino).