La casa de las magnolias

Hay libros deliciosos. Historias bellas, tranquilas, que sin saber exactamente qué tienen de especial, te dejan el corazón calentito porque hasta lo más amargo tiene su explicación.

La casa de las magnolias es una novela con dos hilos temporales y narrada a varias voces que habla de secretos familiares, de autodescubrimiento y evolución personal, de amor (en todos los sentidos), de traición, lealtad y perdón. En definitiva, puede que nada que otras de su mismo estilo no ofrezcan. Pero, tal vez por el estilo narrativo de Nuria Quintana (a la que felicito porque nadie diría que es su primera novela) o porque su ambientación es maravillosa y sus personajes han sabido ganarme, me ha dejado un regusto tan especial.

La vida es un cúmulo de circunstancias, de casualidades, de decisiones... que marcan un devenir y no otro. Cada una de las cosas que vivimos determina cómo somos y en dónde nos encontramos. A veces sentimos que es un acierto o un golpe de suerte, otras nos reconcome la envidia, el arrepentimiento o la impotencia de lo que pudo ser y no fue. Así es la vida. Eso es vivir. Y todos lo hacemos lo mejor que podemos. Descubrir parte de ese histórico vital cuando hasta el momento creíamos de otro modo, puede ayudar a reconstruirse o, simplemente, por fin, a encontrarse.

Una historia cuyo hilo temporal más reciente discurre en los 90. Una trama que no sabe de avances tecnológicos y lo cuece todo a fuego lento, con la paciencia que hemos ido perdiendo abducidos por las ansias de inmediatez. Y un pasado que parte de 1924 en un entorno tan idílico como lo es una casa indiana en mitad de la naturaleza. En definitiva, una lectura que he sentido como una desconexión, que sin grandes giros ha sabido mantenerme interesada y que he cerrado con una sonrisa en los labios.