Por culpa de Miss Bridgerton

No podía ser otra la que se quedara atrapada en un tejado por intentar salvar un gato. Intentar porque el gato la ignora deliberadamente. Esa es Billie Bridgerton y así es como la encuentra George Rokesby, el más aburrido y serio de los hermanos de los que Billie es amiga desde pequeña. Sin embargo, la tarde pasa, la escalera se ha caído y Billie y George no tienen otra opción que esperar, juntos…
Con el toque de humor que caracteriza a la autora comienza esta novela de romance histórico, iniciadora de la saga de los Rokesby. En ella una joven Billie Bridgerton (para los curiosos, tía de nuestros hermanísimos) comienza a acercarse por azares del destino a su vecino George Rokesby. Ambas familias son vecinas y amigas, por lo tanto los vástagos de una y otra parte no son desconocidos, sin embargo, George, el heredero del conde, siempre ha estado al margen de las travesuras de sus hermanos y vecinos. Serio, honrado y ahogado en su responsabilidad encontrará en Billie, ahora, una mujer que le comprenda más allá de lo que piense. al fin y al cabo ella, conocedora de la gestión de todo Aubrey Hall, sabe que solo la mantiene para que la herede su hermano Edmund.
Desde el principio
De este modo vemos que la historia, desde el principio, nos deja claro que la relación romántica se establecerá entre Billie y George, a pesar de que la novela intentará jugar al despiste e incluir alguna tergiversación de las escenas. Por ello, debemos saber que, aunque esto es romántica y es Quinn, lo que más se desarrollarán en la novela serán los temas que acompañan a estos dos personajes: en el caso de Billie, su manera de vivir como una mujer que no encaja en la sociedad y cuyos intereses están en el trigo y los cultivos y no en la seda y los vestidos; por su parte, Geroge nos mostrará el sentimiento de inutilidad, a pesar de ser el sucesor del cabeza de familia, las restricciones de una vida preparada desde que se nace y la impotencia de que eso valga más que incluso la vida.
En este sentido, es cierto que la obra nos deja ver algo de dramatismo, más allá de la vis cómica que mantiene, en la historia de los hermanos Rokesby. La cuestión del honor, la guerra y el peligro aparecen de manera clara, aunque la autora enseguida lo llene de bailes y conversaciones con dobles sentidos.
Nada nuevo, pero tampoco manido
Cuando terminé los Bridgerton, decidí dejar pasar un tiempo antes de volver a la autora. Lo que habéis seguido mis reseñas, habéis comprobado que he tenido altibajos con la saga y que las últimas entregas no me dejaron del todo convencida. Esta vuelta, sin embargo, sin ser espectacular, porque utiliza los mismos tópicos (bailes, situaciones confusas, escenas subidas de tono), sí que me ha dejado satisfecha, porque me ha dado lo mejor de lo que ya conocía, sin complicaciones y ha incluido, quizá de manera más comprometida, algunos temas interesantes.
Esto no quita que, cualquiera que se acerque a la obra, le parezca más de lo mismo, muy obvia y simple. Lo es, pero es que a veces necesitamos única y exclusivamente que nos den algo sencillo y que nos guste.
El estilo de la autora se mantiene, ágil, fresco, con conversaciones muy interesantes y escenas bien narradas, en este caso sin una erótica excesiva o más bien persistente. Por otro lado, el despliegue de personajes es más bien escueto, tres pinceladas (la rival, el muchacho que puede ser la alternativa, la madre meticona y los protagonistas), ayudan a configurar la trama de lo que al fin y al cabo es la historia de amor de Billie y George. En este sentido, sí añado que he encontrado quizá algo más de ternura por parte de la varonía de esta novela, cosa que agradezco porque era uno de los peros que me provocaba la saga anterior.
Con todo esto, pues os animo a leer una obra sencilla, divertida y que te da ni más ni menos que lo que se le pide. Espero que os animéis con ella y que os guste.


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