La suma de todos los besos

Sarah Pleinsworth nunca pensó que podía odiar a alguien tanto como odia a Lord Hugh Prentice. Pero cuando su querida prima Honoria le pide que lo ayude a sentirse bien durante las festividades de su boda, no puede negarse. No entendía como su familia podía haberlo perdonado tan rápido, parecía que todos habían olvidado que su primo Daniel había tenido que irse por su culpa. Sin embargo, incluso pensando en todo esto, puso su mejor sonrisa en su rostro e hizo todo lo posible por ser educada con este hombre indignante. Malhumorado y con un gusto terrible por las bromas, a Hugh parecía gustarle atormentarla. Pero no dejaría que él saliera victorioso y le haría entender de una vez por todas que no tenía lugar en esa familia. Simplemente no esperaba verse obligada a cambiar de opinión por cuestiones relacionadas con su corazón.

Lord Hugh Prentice estaba condenado a recibir miradas dondequiera que fuera, y eso se debía a algo más que a su patético andar. Con una mente rápida para los números, podía enumerar cualquier cosa, incluidas las veces que Sarah Pleinsworth se había dignado a hablar con él. Evidentemente, ninguno de ellos había sido amable, porque ella nunca podría sentir otra cosa que desprecio. No es que le molestara, después de todo, si ni siquiera él podía ver nada digno en él ¿por qué la prima del hombre al que había destruido su vida podría hacerlo? Y cuando se ve obligada a acompañarlo durante las festividades de la boda de Honoria, él sabe que no puede ocurrir nada bueno. Lo que nunca hubiera imaginado es que todo se iría a pique por una razón que no tenía nada que ver con el odio. Pero con una pasión abrumadora que amenazaba con apoderarse de su vida. Pero con tantos fantasmas del pasado acechándolo, ¿cómo podía permitirse amar a alguien?

Es fácil pensar en todos los puntos que me hacen amar una historia escrita por Julia Quinn. Sin embargo, lo que más destaca entre todos es su capacidad para hacer que sus personajes dejen de lado el egoísmo y el orgullo en favor de la felicidad. Este libro, en particular, trata precisamente de las superaciones y desafíos que debemos alcanzar si queremos tener una relación con alguien. Nadie es solo virtudes y esto es algo que la autora deja muy claro al relatar el delicado proceso de convertir el odio en amor. Sarah se resiste mucho a ver algo más que fallas en Hugh, lo culpa no solo por haber “terminado” con la vida de su primo Daniel, sino también por haber arruinado sus posibilidades de haberse casado antes.

Dos tercios del libro estaban dedicados a calmar los ánimos y hacer que ambos se vieran de manera diferente. Después de todo, cuando Sarah mostró animosidad hacia Hugh, él tampoco se quedó atrás, y siempre la miraba como si estuviera frente a alguien demasiado irracional para entablar contacto, y eso a veces hace que la historia sea un poco lenta. Las cosas tardan mucho en pasar, tanto es así que cuando se dan el primer beso, lo único en lo que podemos pensar es en “finalmente”.

Había pequeños detalles que si se hubieran retocado harían esta historia tan especial como las demás, porque los personajes eran dignos de algo más elaborado. En particular, Hugh, cuya carga dramática posee podría haber sido explorado en contextos distintos a los relacionados con Daniel. Por supuesto, sigue siendo una hermosa historia de amor que calienta el corazón de cualquier lector romántico, sin embargo, no me gustó tanto como sus predecesores.

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