Aviso: esta reseña contiene spoilers de anteriores libros de la saga. Poppy Bridgerton nunca imaginó que dando un inofensivo paseo acabaría a bordo de un barco de quienes considera piratas, y tampoco imaginaba conocer al capitán Andrew Rokesby. Andrew, el cual tiene a su cargo una importante misión, se encuentra con que debe tener en su barco a una mujer curiosa, impertinente y que no sabe callarse, de la que debe hacerse cargo hasta que la deje en tierra. Entre tiras y aflojas, algo más nacerá entre ellos. Si algo hay que reconocerle a la autora es que trata de apartarse de los espacios típicos de sus libros anteriores, en este caso con un historia ambientada en alta mar y en varios países. Aunque el cambio de aires se agradece, el personaje de Poppy se me ha hecho algo cansina en ocasiones, llegando a entender que Andrew pierda los nervios con ella. La trama empieza interesante pero pierde algo de fuelle hacia la mitad y llega un punto que se precipita, buscando remontar en el final. Con todo, no se pierden los momentos que Julia Quinn nos suele regalar de conocer un poco mejor a sus personajes y lo que los diferencia dentro de una misma familia, marcando con ello el estilo propio de la autora. Un imprescindible para quienes quieran cerrar esta tetralogía y que nos da más pistas sobre la relación de estos con los Bridgerton. Colibrí. |