El vizconde que me amó

Madre mía. Me dijeron que la historia de Anthony me iba a gustar más que la de Daphne y así ha sido. Y estoy convencida de que ha sido más por el personaje femenino que por él.

Ha sido una historia llena de miedos, de secretos, de evasión, de amor, de fraternidad, de amistad, de familia... Una historia llena de temas que dejan a todos los lectores con ganas de más, de saber el por qué de tal o cual cosa, pero, sobre todo, una historia de superación. Por parte de ambos personajes principales.

Kate... ¡ay, Kate! Qué personaje tan maravilloso. No se adapta a los estándares de la sociedad de la época, pero precisamente es lo que le hace ser un personaje de esos que se te meten dentro, que hacen que sea maravillosa tal y como es. Kate es un contrapunto perfecto a Anthony porque tiene lo que hay que tener para decir lo que piensa pese a que no esté bien visto.

¿Y Anthony? He de decir que al principio le odié un poco. ¿Por qué esos comportamientos? ¿Por qué esas acciones que tanto repruebo? No sé... Pero luego fue una sorpresa. Vas viendo las grietas en su perfecta armadura y no puedes dejar de pensar.

Algo que me ha encantado han sido los comentarios mordaces que se lanzan los protagonistas, como si fuera el juego del gato y el ratón. Y no hay uno que sea más gato o más ratón que el otro. Ambos son iguales.

¡Ah! Y no olvidemos los momentos de risa que ha habido en más de una ocasión. Aún me rio de pensarlo.

Así que, en definitiva, me ha gustado más que el siguiente. Tiene puntos divertidos, otros enternecedores, otros tristes y otros románticos. Vamos, una mezcla que te deja con ganas de más.

Para mí, lo peor, el final. Bueno, una parte del final. Pero ni eso le quita las cuatro estrellas. Y ahora... Benedict, eres el siguiente y no estoy preparada para ello.
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