Marrón: Memorias

“El hecho de que los inmigrantes latinos no existiésemos en las películas, las series, los libros o la televisión más allá […] de los estereotipos racistas […], no solo era peligroso para la idea que la gente de aquí se hacía de nosotros. También era peligroso para nuestra identidad. Que no saliéramos nunca en ningún sitio significaba que no contábamos para nadie, que nuestras historias no importaban. En definitiva, que no existíamos.”

Con sus memorias, Rocío Quillahuaman no solo viene a demostrar que las chicas marrones existen, sino que su voces y sus historias DEBEN y MERECEN ser escuchadas.

Leí en una entrevista que uno de sus temores era que la gente que no se viese representada prefiriese desentenderse y no leer el libro, ya que sus vivencias les resultarían del todo ajenas. En mi opinión, son estos los que más deberían leerlo. No creo que sea necesario haber vivido exactamente lo mismo que otra persona para poder llegar a empatizar con ella y su historia. Cuántas más voces escuchemos y más diferentes sean, más se verá enriquecida nuestra vida, permitiéndonos abrir los ojos a realidades que, por afectarnos de manera directa, quizá nunca habíamos prestado atención.

En “Marrón”, Rocío hace un ejercicio de valentía y honestidad enfrentándose a recuerdos a los que preferiría no hacerlo, reviviendo aquello que en su momento le hizo daño, a un pasado que, aunque duela, es el que le ha hecho ser quién es, y hacerle frente es la única manera de sanar y seguir avanzando.

Se tratan temas como las dudas sobre la propia identidad y esa sensación de no encajar en ninguna parte, motivado muchas veces por esa falta de representación en los medios que te hace crecer sin referentes culturales en los que verte reflejado; el racismo o el clasismo, los cuales han estado, están y estarán (ojalá cada vez menos) presentes en nuestro día a día, y que tenemos tan interiorizados que directamente ignoramos si no nos afectan en primera persona. Con sus vivencias nos muestra cuánto nos queda por avanzar como sociedad.

“Marrón” resulta fácil de leer, ya que uno tiene la sensación de estar hablando con una amiga, pero no es una lectura fácil. Nos pone frente a situaciones o actitudes en las que podemos haber caído más de una vez, ya sea de forma consciente o no, y en las que no resulta agradable reconocerse. A pesar de abordar temas muy serios desde el humor y un punto de mala leche, esto no le resta fuerza y, bajo la broma o el chiste, se puede percibir ese poso de dolor y tristeza que esconden sus palabras.

En palabras de su autora “Marrón” son unas “memorias rabiosas” en las que, de forma fresca y honesta, Rocío Quillahuaman da voz a su propia historia, que a su vez es la historia de muchos otros que no tienen ocasión de ser escuchados.

Lectura muy recomendable.

“Porque al final, más allá de los sitios geográficos, sólo pertenecemos a todo lo que hemos vivido”

La representación es importante, sobre todo cuando hay un intento constante de borrado. La historia de las personas como ella, de las chicas jóvenes marrones, siempre quedan apartadas del foco y encasilladas como las identidades otras, las diferentes. No tienen presencia en las series de televisión, ni en las películas, ni en los libros. Las chicas como ella no eran protagonistas de las páginas de los estantes de novedades de las librerías o bibliotecas, a pesar de estar por todas partes. Ellas no existen. Esa ausencia la convirtió en su búsqueda personal y aceptó un encargo que la obligó a hurgar en las llagas de su pasado, a sumirse en una pesadilla de recuerdos y emociones. Como todas las experiencias traumáticas, también Rocío había enterrado fragmentos de su pasado, tanto del otro continente como de este. Durante los tres años que dedicó a la escritura de Marrón, la autora se enfrentó a recuerdos que no deseaba recordar y vivió momentos que nadie debería vivir, y todavía menos revivir. Pero en sus recuerdos quedan retratadas dos sociedades separadas por un océano, pero unidas por sus diferencias socioeconómicas, por el racismo y la misoginia.

Rocío abandona su Perú natal y aquella casa que la madre había construido con sus propias manos, junto a su progenitora y a su hermana, y juntas se dirigen a España, donde les esperan su otra hermana y su padre. Antes de dejar atrás todo lo que conocía, la protagonista recibe como regalo de despedida un enorme peluche de Winnie de Pooh. Desconocía el porqué de la elección, nunca había mostrado interés por ese oso amarillo y bobalicón. Sin embargo, no podía ni debía ser una desagradecida, porque el dinero invertido en dicho regalo implicaba renuncias por parte de las humildes familias de sus compañeras de clase. Así, armada con un oso gigante y pesado que no le gustaba, Rocío tuvo que enfrentarse al primero de muchos actos de racismo: el asesinato por apuñalamiento del peluche por un empleado del aeropuerto en busca de drogas. Y puede que no sea una experiencia tan sangrienta, pero me reconozco en los controles "aleatorios" a los que me veo sometida cada vez que vuelo...

Marrón son unas memorias de fácil lectura en cuanto al estilo, pero que necesita aproximaciones pausadas debido al dolor que subyace muchas de las experiencias que describe. A pesar del humor con el que la autora aborda las injusticias, no podemos perder de vista el visceral análisis social que lleva a cabo. En la narrativa de Rocío la experiencia y la crítica se imbrican y dan como resultado un libro que no os podéis perder para aprender más sobre el día a día de las personas racializadas.

Marrón son las experiencias vitales de Rocío, desde Lima, ciudad donde nació, hasta Barcelona, su ciudad desde que llegó cuando solo era una niña. Como ella dice “Soy peruana, sóc barcelonina y soy marrón”

Porque en este libro Rocío relata la pertenencia, la relación con los orígenes y que a veces esta no es idílica, o todo lo que puede llegar a atravesar una persona por su color de piel. Lo importante que es la representación y que un día una chica marrón que necesite “encontrarse” tenga este libro a su alcance.

Aquí también se muestra cómo actitudes y comentarios racistas, se suceden en numerosas ocasiones en distintos contextos. En las oficinas y organismos públicos, en centros educativos o en contextos de ocio. Continuamente creemos que por tener la piel blanca o pertenecer a X lugares de privilegio tenemos vía libre a hablar de la piel de otras personas, a tratar con condescendencia o rajar el peluche de una niña en el aeropuerto en busca de droga.

Agradezco enormemente a Rocío el esfuerzo de escribir Marrón. Ella deja claro que no ha sido fácil este proceso, pues a tenido que reabrir heridas y experiencias que estaban cerradas a ver la luz. Es por eso mismo que no me parece justo juzgar estos libros, porque son todas experiencias vividas de alguien a las que no podemos ponerle ningún juicio, sino sentarnos a leer, sacar conclusiones, aprender y no repetir patrones racistas o clasistas.

Por cierto, el capítulo 17 dedicado a Néstor me parece una increíble y preciosa carta de amor y es que con este libro he reído pero también he llorado!

Ojalá dejemos de hacer comentarios sobre la piel de otras personas. Ojalá, Rocío, pronto vistas de rojo .

Cuando tienes tanto que contar la edad es lo menos importante. Rocío Quillahuaman no tenía los treinta cuando se puso a escribir "Marrón", un repaso a su infancia y adolescencia como migrante. Rocío nació en Lima y a los diez años se trasladó con su madre y sus hermanas a España, un país que le era totalmente ajeno y desconocido.

A través de sus vivencias y recuerdos Rocío nos habla de una infancia marcada por la pobreza, el racismo y los prejuicios. Con una mezcla perfecta de rabia y sentido del humor nos habla de lo que supone ser una mujer racializada en España y, a la vez, convierte su relato en un viaje hacia el autodescubrimiento y la búsqueda de pertenencia. A través de sus memorias, Rocío nos cuenta como ha lidiado con el sentimiento de no pertenecer a ningún sitio, como tuvo que esforzarse el doble que el resto para ser valorada y como la mirada de los demás le hizo sentir rechazo de su propia identidad.

Me ha gustado muchísimo leer a Rocío, la he sentido como una amiga y he admirado la catarsis que le ha supuesto escribir su historia. Rocío escribe para acompañar a todas las niñas marrones, pero también para que las que no lo somos empaticemos con su historia y con la de muchas otras personas que han tenido que abandonar su hogar y buscar uno nuevo lejos.

"Marrón" son unas memorias honestas, divertidas, tiernas y necesarias.

Marrón es el libro de memorias de Rocio Quillahuaman, ilustradora conocida por sus animaciones y que sigue ganando popularidad gracias a este libro tan maravilloso. Aunque sus animaciones podrían hacernos pensar lo contrario, Rocio fue una niña extremadamente obediente, miedosa y dócil. Se mudó con diez años de Lima a Barcelona y siempre a tenido la sensación de no pertenecer a ningún sitio, lo que la ha llevado a tener problemas de identidad.

El libro nos habla entre otras cosas de pobreza, de clasismo, de racismo y de como ha aprendido y sigue aprendiendo a ser cada vez más valiente, a saber defenderse, a creer en sí misma y a saber lo que significa sentirse en casa.

Que pena que Rocio Quillahuaman sea tan joven y la historia de su vida esté en sus primeros capítulos, ojalá hubiese sido una señora octogenaria para poder disfrutar de cientos de páginas más.

Es una lectura que no dudaré en recomendar, me ha hecho reír, empatizar, conmoverme y sobre todo aprender.

Rocio, por favor, sigue contándonos tus memorias dentro de unos años.