La bola de los sueños es una historia de la que se pueden extraer unos valores intrínsecos y que educa emocionalmente a los más pequeños. Lo que Adrián ve en una bola de nieve se puede encontrar en cualquier otro elemento: la oportunidad de soñar y desear que puede encontrar un niño en cualquier rincón de su hogar y con la que puede adentrarse en miles de aventuras acompañándose del sentimiento y la pasión que le ponen los peques a cualquier hazaña. ¡Sacad el niño que tenéis en vuestro interior y dejad volar vuestra creatividad e imaginación hagan solos el trabajo! Siempre digo - y no me cansaré de repetir - que para los pequeños siempre es bueno leer este tipo de historias pero, sobre todo, para los mayores; que tenemos que darle un giro de tuerca a estas lecturas y hacer uso de nuestro raciocinio para cuestionarnos algunas situaciones que se pueden generar en el ámbito familiar. Así sabremos como actuar, siempre de la mejor manera y dándole voz y voto al niño. Hay que razonar con él tenga la edad que este tenga - obviamente no intentemos discurrir con un niño de meses, gracias -. Por supuesto, no entraré en cómo está narrado, puesto que mi punto de vista es adulto, así que lo único que os voy a trasladar son los sentimientos y valores que yo he sentido que se trabajan en él. El sentido de la propiedad es lo primero que aparece entre las páginas. Adrián tiene claro que la bola de nieve es suya y no la suelta ni para ir a echar una cabezadita. El apego que siente por ella es muy fuerte ya que es algo nuevo. le entra la novedad de tener un "juguete" que no hay por casa por lo que la cuida con uñas y dientes. Cuando tiene que compartirla con su hermana, a regañadientes, se la da pero sigue sintiendo en sí que es de su dominio por lo que prestársela a Claudia no entraba, ni mucho menos, dentro de sus planes cuando le pidió a su madre que se la comprara. La frustración y el enfado también tienen su espacio. Los niños cuando sienten que se han efectuado injusticias contra él manifiestan la rabia en forma de arrebatos, más comúnmente conocidos como rabietas. Pero oye, ¿por qué regañar a un niño que no quiere compartir sus pertenencias? ¿Acaso nosotros prestamos todo de buena gana? En mi caso no. Me cuesta entregar a otra persona - también dependiendo de la confianza que tenga con ella - mis objetos personales y que tienen un valor sentimental para mi. Y, por último y no menos importante, la resolución de conflictos y el amor incondicional. El amor todo lo puede, mueve montañas y activa al ser humano. Da igual a quien se lo transmitamos. En este caso es de padres a hijos y entre hermanos en forma de disculpa por parte de Claudia y comprensión por la de Adrián. Como podéis comprobar solo tengo buenas palabras en cuanto a educación emocional se refiere. No tengo nada negativo que aportar, pues no veo un trasfondo a la historia que genere pensamientos perjudiciales para los pequeños lectores. Todo lo que envuelve a La bola de los sueños es educacional y positivo. Enlace: http://inmarcesiblementeeter.. + Leer más |