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Crítica de laurass89


laurass89
30 June 2023
Esta novelette de intriga y terror frantástico nos lleva a la nueva vida de Brenda, que tendrá que convivir con su familia después de la muerte de su madre. Este hecho, que ya de por sí es traumático, se verá aderezado a lo largo de la narración con los misterios que la casa familiar y que sus propios habitantes guardan.
Sin embargo, a pesar de lo directo de la premisa, no habrá nada obvio a lo largo de la narración, que nos lleva desde la curiosidad extrañada a la más horrorosa comprensión en un gradiente muy bien llevado y que provocará, si cabe, mayor incomodidad y desconcierto en el lector.
Cómo decirlo
Lo primero que destaca de la obra es que, a pesar de que Brenda es la protagonista de la historia y que de ella vamos conociendo sus sentimientos, la protagonista es nuestra representación en ese lugar que la persona a la que solo le pasan cosas. Quizá podría entenderse esto como algo negativo, pero no, a lo que me refiero es que sin dejar de lado que es ella la que mueve la historia, también en una descripción muy gráfica es los ojos y los oídos del lector. Creo que esto es gracias a que el autor ha sabido describir tan bien los escenarios y las sensaciones y a que la protagonista, a parte, es como nuestro avatar en la historia.
Además, cuando hablamos de un relato siempre nos centramos en qué sucede, cosa que es normal, sin embargo, en esta narración a parte de lo que ocurre, lo interesante es conocer también qué siente Brenda, qué siente el lector y qué sienten el resto de personajes. Creo que si tuviéramos que destacar solo una cosa de toda la narración, esta sería el tratamiento de emociones y sus consecuencias.
El resto
Cuando Brenda llega a la casa conocerá a sus familiares: Mateo, un primo pequeño del cual no sabía su existencia; Federico, el tío más amable de los tres y el que la recibe con los brazos abiertos; Felicia, su tía, que ni la recibe porque está enferma; Velasco, su otro tío, huraño y taciturno; y Calderón, el perro de su tío Velasco.
Todo ellos (todos) tendrán un papel muy importante para la narración, ya que Bruno ha hecho que cada uno de ellos sea la representación de algo más. La verdad es que lo interesante sería destripar la historia de cabo a rabo para poder analizar esto, pero lo que sí que os puedo decir es que los temas que se tratan en la obra están representados en cada uno de ellos de manera bastante clara.
Para poder hacer esta trasposición sin que la historia fuera una mera exposición de traumas o fuera muy obvia, el autor ha empleado la fantasía para poder darnos una imagen lo más fiel posible de lo que quería relatar.
Un ejemplo sería el camino de hormigas (por cierto algo que a mí me ha tocado mucho porque ese animal me puede). Nada más llegar a la casa, recordemos oscura, apartada, antigua; Brenda se sienta en las escaleras y, nada más hacerlo, un montón de hormigas se le suben por la ropa. Esta imagen que parece casual se emplea en ese caso para explicar el estado de ánimo de Brenda. La tristeza, la depresión, no deja de ser esa sensación incómoda que, por mucho que intentas quitártela de encima (haciendo cosas, dejándote llevar por quienes te rodean, etc.) no parece que se vaya del todo, parece que todavía queda una hormiga o dos que puede llamar al resto y volver a cubrirte de pies a cabeza.
Aromas y tintes propios
Es verdad que las comparaciones son odiosas, pero es cierto que no podemos dejar de sentir que algo nos recuerda a otro algo. En este caso, la obra me ha recordado a otras dos de dos grandes.
Por un lado, y quizá esto quien haya leído la historia puede entenderlo mejor, me recuerda a Coraline de Neil Gaiman. No solo porque la protagonista sea una muchacha, sino por esa idea de que hay un submundo en nosotros que es el que muestra, desarrolla y gestiona los sentimientos. La concreción en este caso será diferente, pero el grado de profundidad y de inquietud serán muy similares, si bien diría que en este caso incluso más inquietante, ya que el autor no es obvio y es el lector el que encaja las piezas de ese «submundo» justo hacia el final.
Por otro lado, también tiene ecos, para mí de El príncipe de la niebla de Zafón, incluso de alguna obra más (quizá Marina), pero sobre todo de esta. Esa idea de la llegada a una casa nueva con una historia anterior a la que no se le ha dado fin o a cuyos protagonistas no se les ha dejado descansar me parece muy parecida en estos dos casos. La particularidad de Bruno es que emplea todo este bagaje como un arma de doble filo, que puede poner en peligro a la protagonista, pero que también puede darle explicaciones que la salven.
En cualquier caso, la personalidad del autor es patente, ya que no solo nos cuenta una historia nueva, sino que lo hace un estilo que te lleva de la mano y que te arrulla hasta que te da la puñalada dolorosa y genial que te hace saltar de la silla. En este sentido, esa aura embaucadora la he visto en muy pocos sitios y me ha hecho pensar con gusto qué puedo encontrar en obras más extensas si en esta tan corta me ha hecho sentir esto.
Un buen comienzo
Esta era la primera obra que leía del autor y os debo decir que he quedado encantada. La historia no se me ha hecho corta, pero sí que se me ha hecho corta la experiencia de leerlo. Creo que esto es muy importante cuando se conoce a un autor, porque indica que tiene un estilo personal que convence engancha y funciona.
A esto debemos añadir, el tratamiento que hace los temas claves en la historia (la depresión, la tristeza, el desamparo…) todos ellos aparecen de manera clara, pero no obvia y las metáforas e imágenes empleadas para desarrollarlas son espectaculares.
Por todo ello, creo que es una obra que merece la pena ser leída, que es un primer paso en un autor que os enganchará desde el principio. Espero que os animéis con ella y la disfrutéis.

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