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Críticas sobre En busca del tiempo perdido 1. Por el camino de Swann (13)
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marquez2393
 19 July 2019
Una de las grandes obras de la literatura universal. A pesar de ello la sentí un tanto aburrida,quizá sea porque la leí a los 16 años y necesite una reelectura obligada para revalorarla. La novela abunda en descripciones de la vida cotidiana de un niño burgués francés de fines del siglo XIX en una localidad rural ,entre tantos personajes destaca Swann de quien conforme avanza la trama conocemos parte de su pasado y el por qué es tan censurable entre los círculos sociales.El subtitulo hace alusión a un sendero que tomaba Swann para pasear,en el que solía sentarse el protagonista.El íncipit de la novela es sin lugar a dudas uno de los más famosos.
Enlace: https://mancerinaliteraria.t..
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Megl
 22 April 2019
Me gustaría poder decir que me fascino, que Proust es maravilloso y todas las cosas “correctas” que se supone debería haber experimentado después de haber leído los 7!!!! Tomos de en busca del tiempo perdido.

Lamentablemente no me ocurrió nada de eso, es más; sigo aún buscando recobrar el tiempo que perdí leyéndolo.

Tengo la manía de no poder abandonar un clásico, así que si, odie los siete (el primero no tanto), pero aún así los leí.

Es denso, aburrido, repetitivo al punto que no me interesa si la prosa es fenomenal.

El primer tomo; Por el camino de Swann me pareció por lejos el mejor; esta bien. Swann tiene todo lo que no tiene el protagonista, tiene encanto, tiene pulso por dios! Está vivo!

Esta parte particularmente se lee más fácil y no tiene el problema de volverse repetitiva como pasa luego.

A esta altura el protagonista no parece tan patético como me resultó más adelante.

Si esto fuese todo estaría bien, pero no, es una séptima parte de la obra.

Yo no lo recomendaría, tal vez si leer este único tomo, para leer a Proust, para conocer su Prosa, y tal vez tienen la suerte de ser de las personas que lo disfrutan y les parece sublime y continúan, pero embarcarse y leer los siete tomos, como yo, por “obligación”, porque sienten que algo bueno tiene que tener y que es uno el que no está pudiendo verlo y sigo para ver si lo entiendo, no.

Puedo estar muy equivocada, algún “entendido” puede pensar que soy una ignorante, pero lamentablemente esto es lo que me paso y se los cuento porque no debo ser la única persona que se aburrió y lo termino odiando.

Escribiendo esta reseña me acorde de una frase que cité en la reseña del Canon Occidental de Harold Bloom: “Una crítica literaria que no ya un lector culto, sino ni siquiera un escritor culto pueda leer sin hacer un curso previo es un despropósito”.

En este caso Bloom se refiere a los críticos, y creo que este es un libro para críticos más que para lectores cultos. Críticos que estudian la vida del autor, el contexto de la época, y justifican toda la obra muchas veces haciendo asociaciones entre Proust, su familia, y su vida y cada personaje que no se si si a Proust se le ocurrirían.

Ejemplo, afirmaciones como que Proust escribía con frases largas y con un tipo digamos de cadencia porque el era asmático y su prosa es así porque imita el asma ....
Que quieren que les diga, a mi me parece un divague y lo digo a riesgo de que me tilden de bruta.

Escribiré después en cada tomo aspectos puntuales, (si tomo el valor de repasarlo), pero en el global la obra, es agobiante, aburrida, tediosa, el protagonista es patético pero no logra conmover, no es fácil identificarse con él.

Y ojo; me comí el Ulises de punta a punta, y me costó, pero lo entendí y estoy feliz de haberlo leido, fue enriquecedor, no es que no esté acostumbrada a lecturas arduas; pero este libro no me dice nada, o si, me representa tiempo perdido, el mío.

Es un “súper clásico” pero tiene al día de hoy (23/09/2018) una sola reseña, que dice “un genio”. Tal vez es como el Ulises que todos lo aman pero nadie lo leyó.

Conclusión, si quieren prueben; si realmente les gusta sigan pero les diría a los que empiezan el segundo tomo y no le encuentran el encanto abandonen; no sigan pensando que mágicamente toma sentido porque no, de hecho va empeorando y siendo cada vez más repetitivo y tedioso.

Bueno ya está, lo dije ....

Nota: Esta es la misma reseña que publiqué en “En busca del tiempo perdido” y copio acá porque es útil particularmente para este tomo, el primero. “Por el camino / lado de Swann” no tienen de hecho ni una reseña, salvo esta.
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Guille63
 05 March 2023
“Así ocurre con nuestro pasado. Es trabajo perdido el querer evocarlo, e inútiles todos los afanes de nuestra inteligencia. Ocúltase fuera de sus dominios y de su alcance, en un objeto material (en la sensación que ese objeto material nos daría) que no sospechamos. Y del azar depende que nos encontremos con ese objeto antes de que nos llegue la muerte, o que no lo encontremos nunca.”

Son legión quienes afirman que En busca del tiempo perdido es una novela sobre el paso del tiempo, sobre el deleite en su recuperación. Hay quién dice que es el retrato de un novelista, de su formación y crecimiento, una reivindicación de una forma de hacer novela. Para mí, sin querer quitar ni poner razones, la obra de Proust, al menos en este primer volumen, es la representación de una forma de sentir, de experimentar la vida y de sentirse a uno mismo, la descripción literaria de una especial sensibilidad.

No incidiré aquí más en la complicada delicadeza del estilo del autor, todo lo que soy capaz de decir ya lo recogí en mis comentarios a Un amor de Swann, una novela dentro de esta novela. Sirvan para ello, no obstante, las citas que aquí traigo. También me referí en aquellos comentarios a la importancia que para Proust tenía el poder evocador de los objetos y las sensaciones físicas, siempre ilustrado con el famosísimo momento magdalena pero que tiene en toda la novela incontables ejemplos. Aun así, traigo aquí justo ese momento porque también es una muestra de aquello de lo que me gustaría hablarles.

“Y muy pronto, abrumado por el triste día que había pasado y, por la perspectiva de otro tan melancólico por venir, me llevé a los labios una cucharada de té en el que había echado un trozo de magdalena. Pero en el mismo instante en que aquel trago, con las migas del bollo, tocó mi paladar, me estremecí, fija mi atención en algo extraordinario que ocurría en mi interior. Un placer delicioso me invadió, me aisló, sin noción de lo que lo causaba. Y él me convirtió las vicisitudes de la vida en indiferentes, sus desastres en inofensivos y su brevedad en ilusoria, todo del mismo modo que opera el amor, llenándose de una esencia preciosa; pero, mejor dicho, esa esencia no es que estuviera en mí, es que era yo mismo. Dejé de sentirme mediocre, contingente y mortal.”

Parto de la base de que Proust es veraz en las descripciones que hace de sus arrebatos, de sus pasiones, de sus éxtasis ante las cosas más nimias, por mucho que a mí, de sensibilidad infinitamente menos exaltada, me parezca casi inverosímil y ciertamente extravagante gran parte de su relato por grande que sea el poder evocador, maravilloso lo evocado y soberbia la expresión de todo ello.

“… de pronto un tejado, un reflejo de sol en una piedra, el olor del camino, hacíanme pararme por el placer particular que me causaban y además porque me parecía que ocultaban por detrás de lo visible una cosa que me invitaban a ir a coger, pero que, a pesar de mis esfuerzos, no lograba descubrir… cerrando los ojos, empeñado en acordarme exactamente de la silueta del tejado o del matiz de la piedra, que sin que yo supiera por qué, me parecieron llenas de algo, casi a punto de abrirse y entregarme aquello de que no eran ellas más que vestidura.”

Ciertamente, esas experiencias espirituales me han producido siempre, superada la estupefacción, una mezcla de envidia y alivio sin poder saber qué es lo que más pesa en mi ánimo. Uno tiene la sensación de que personas así, capaces de sentir con tal intensidad parecen vivir, no una, sino dos o tres vidas al tiempo, con el corolario ineludible, y de ahí mi alivio, de las dos o tres muertes correspondientes. Debe ser tan maravilloso como demoledor la intuición de tanto misterio oculto, la lucha interna y constante de esos estados de ánimo tan ajenos y desacordes entre sí, lidiar con esa sensibilidad tan entremezclada con la enfermedad que esta es capaz de acentuar y despertar aquella mientras que ciertos estímulos vividos o simplemente anhelados o prometidos pueden provocar estados febriles. Indiscutiblemente, los padecimientos por tan extremada sensibilidad serían insoportables, pero también los momentos de éxtasis, numerosos si creemos al autor, serían indescriptibles… excepto para él, naturalmente.

Por otro lado, es también llamativo, al menos lo es para mí, la profundidad de reflexión y de sentimiento que Proust representa en el niño que fue, la pasión por su madre capaz de provocarle el llanto ante la primera señal temprana de su vejez, la fuerza de su pensamiento y sensibilidad con la que sustituye y sublima sus mediocres incidentes cotidianos con las vívidas aventuras de los libros, con el análisis psicológico de la vida de sus “vulgares” convecinos, con los colores, los olores, los sonidos y las formas de su estrecho mundo.

“Queremos buscar en las cosas, que por eso nos son preciosas, el reflejo que sobre ellas lanza nuestra alma, y es grande nuestra decepción al ver que en la Naturaleza no tienen aquel encanto que en nuestro pensamiento les prestaba la proximidad de ciertas ideas; y muchas veces convertimos todas las fuerzas del alma en destreza y en esplendor, destinados a accionar, sobre unos seres que sentimos perfectamente que están fuera de nosotros y no alcanzaremos nunca.”

Me maravilla la exaltación que le provoca la soledad, el poder de su imaginación capaz de procurarle los mayores gozos al evocar lugares y personas desconocidas así como de agravar sus decepciones ante el contacto con esas realidades que tan mal se ajustan a sus evocaciones.

En fin, como ya me ocurrió con Pessoa, doy gracias a esa fructífera naturaleza capaz de dotar a algunas de sus creaciones con espíritus tan delicados e inmoderados como soberbias son sus capacidades de plasmarlos en textos tan bellos como este de Por el camino de Swann.

¡Costumbre, celestina mañosa, sí, pero que trabaja muy despacio y que empieza por dejar padecer a nuestro ánimo durante semanas enteras, en una instalación precaria; pero que, con todo y con eso, nos llena de alegría al verla llegar, porque sin ella, y reducida a sus propias fuerzas, el alma nunca lograría hacer habitable morada alguna!

Algo cuesta acostumbrarse a Proust, pero también es verdad que merece mucho la pena el empeño, realmente les llenará de alegría habitar su morada y él, insuperable anfitrión, les recibirá obsequioso.
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