Solo la verdad: Antología fundamental

“También él estaba harto de las armas y del miedo constante. Se sentía terriblemente cansado de no poder separarse nunca de su arma, de dormir con el uniforme de combate y vivir en una casa que parecía un cuartel. Dicen que cuando la gente está cansada es cuando muere.”

“Así fue como las mujeres chechenas se encontraron en primera línea de los combates y se radicalizaron más rápidamente que los varones que se escondían tras ellas, a pesar de que estos pudieran seguir creyendo que aún conservaban cierta autoridad. Al final, las mujeres chechenas encontraron la forma de dejar que afloraran sus poderosas emociones. El volcán hizo erupción con una lava fundida cuyos límites fueron los que ella misma se marcó, y la justicia de la represalia fue la única respuesta efectiva a la violencia sin límites. Las mujeres se alzaron para defender sus familias, castigando personalmente a aquellos a quienes consideraban culpables de asesinato. Dicho de otro modo, escogieron morir antes que seguir viviendo sin poder defender a sus hijos, hermanos o esposos.”

“La guerra que hemos emprendido en el Cáucaso deshonra a nuestra nación sin excusa posible. ¿Se preguntan ustedes cómo podremos alguna vez expiar las barbaridades cometidas? ¿Cuánto tiempo hará falta? Recuerden: Alemania pasó medio siglo intentando liberarse del estigma de su desgracia nacional. Durante ese tiempo, los niños rusos jugaban a soldados que mataban alemanes, y los adultos los animaban. ¿Acaso no somos ahora como los alemanes? ¿Cuánto tiempo habrá de transcurrir hasta que los niños chechenos dejen de jugar a juegos donde el papel del malo le toca a un ruso?”

“Una de las características de la operación en Novaya Katayama es que cortaron la cabeza de mucha gente. Yo mismo vi varios bloques de carnicero llenos de sangre. En la calle Shevskaya había uno con un hacha clavada y una cabeza de mujer con un pañuelo rojo encima. En el suelo yacía el cuerpo decapitado de un hombre. Encontré el cadáver de una mujer a la que habían decapitado y abierto el vientre. Le habían metido dentro una cabeza. ¿Era la suya o de alguna otra?”

“¿El periodismo vale la pérdida de una vida? Cada vez que se producen sucesos como los del 3 de noviembre en Riazán -y en Rusia los intentos de asesinato de periodistas no son ninguna rareza-, nosotros, los servidores y esclavos de la información, nos hacemos esa pregunta. Si el precio de la verdad resulta tan oneroso, quizá deberíamos dejarlo, simplemente, y dedicarnos a otra profesión con menos riesgo de . ¿Hasta qué punto le importa a la sociedad, que es por quien hacemos en definitiva este trabajo? Ante esta situación, cada uno debe tomar su propia decisión.”

“Quizá pensarán que todo esto es jugar a los espías o que estoy buscando emociones fuertes con los militares. Nada de eso. Odio esta forma de vida. La situación creada en Chechenia por los servicios de seguridad, principalmente por los miembros del BSF y el Ministerio de Defensa, es tan repugnante que me entran ganas de vomitar. Se trata de una situación en la que el legítimo deseo de un periodista de estar en posesión de todos los hechos relacionados con un determinado suceso desemboca en amenazas directas contra su vida. ¿Qué hice durante todos aquellos días en Shatói? ¡Pues mi trabajo, por amor de Dios, nada más que eso!”