La campana de cristal

La protagonista de esta novela, Esther Greenwood, es una joven y talentosa estudiante universitaria de diecinueve años, que ha logrado obtener becas para estudiar y una pasantía en una revista de moda en New York. Sin embargo, su autoestima irá sufriendo diversos golpes que la llevarán a dudar de sus capacidades, y una situación traumática de violencia machista la llevará al límite de la desintegración. En la novela vemos a Esther luchar contra sus demonios y por recuperar su sentido de la identidad y encontrar motivos para seguir viviendo.

En esta novela, publicada bajo un seudónimo un mes antes del suicidio de su autora, Plath plasmó sus propias experiencias con lo que hoy se sospecha que era un trastorno bipolar, y con los tratamientos médicos de la época, incluyendo el electroshock. Eso hace que nos metamos como en pocas novelas en la piel y en la psiquis de una persona que sufre una enfermedad mental, y más allá de lo duro que eso resulta, también me parece valiosísima la experiencia para poder comprender y empatizar con quienes sufren este tipo de cuadros.

Recordé mucho mientras la leía otra de las grandes novelas de la época, “El guardián en el centeno” de Salinger. Esther Greenwood tiene mucho en común con Holden Caulfield: una fijación con la infancia debido a la pérdida, una mezcla de fascinación y terror por el acto sexual que resulta en experiencias frustrantes, el terror al futuro y a las expectativas de los demás, y una tendencia a la autodestrucción. También aparece New York como un escenario laberíntico, deslumbrante pero amenazador, que devora a quienes no logran abrirse camino en ella.

El factor diferencial parece ser la violencia de género: Esther y sus compañeras asumen una postura de mujeres independientes y liberadas, y con la omnipotencia de la juventud se exponen a situaciones potencialmente peligrosas en manos de los hombres equivocados. Plath misma fue víctima de maltratos y humillaciones constantes a manos de su esposo, el escritor Ted Hughes, y esa situación la empujó al suicidio (resulta llamativo que la amante por la que Hughes dejó a Plath y que luego fue su esposa se suicidara seis años después exactamente del mismo modo que Plath). Me parece una novela muy valiente para su época y que muestra sin concesiones cómo se siente padecer la doble victimización de la violencia y la patologización a raíz del trauma subsecuente. Una lectura dura pero necesaria.