Alejandra Pizarnik nos habla con maestría y musicalidad de un personaje temible y enfermo que, en su soledad y su oscuridad, solo encuentra paz en la agonía de las demás y en la muerte en general. Las ilustraciones de Caruso te hielan la sangre y el relato te pone los pelos de punta. Tanto es así que ahora tengo mucha curiosidad por saber si esta señora existió de verdad o si es un mito y cómo de documentada está su vida. No se tarda más de media hora en leerlo y es espeluznante. La frase con la que Pizarnik termina su relato es demoledora: 'Ella es una prueba más de que la libertad absoluta de la criatura humana es horrible '. |