La condesa sangrienta

Entre 1604 y 1610, la condesa Erzébet de Báthory, una hermosa viuda de edad madura, ejecutó de las peores formas a más de 650 muchachas. El relato de sus crímenes aberrantes incluye sofisticadas formas de tortura (desde el congelamiento hasta el desollamiento y el empleo de sofisticados aparatos letales), vejaciones sexuales, desmembramientos, canibalismo y baños de belleza en la sangre de sus víctimas. Cuando sus crímenes fueron revelados en una investigación ordenada por el rey, sus secuaces fueron quemadas en la hoguera y ella fue emparedada por los tres años que le restaba vivir.

Quien busque un estudio exhaustivo acerca de la condesa de Báthory y sus crímenes, no debe dirigirse al ensayo de Pizarnik, sino al libro de Valentine Penrose del cual ella extrajo la información para escribir una obra en prosa que es difícil de catalogar. Más que informarnos sobre la condesa, Pizarnik la usa de excusa para explorar cuestiones como el sadismo, la naturaleza del deseo y del placer, y la melancolía. Es un abordaje existencialista en el que Pizarnik presenta viñetas de los crímenes de la condesa (exquisitamente ilustradas por Santiago Caruso para esta edición) y a la vez busca mostrar cómo la monstruosidad de su personaje se basa en la combinación entre sus carencias, sus inseguridades, su vanidad, un linaje de locura asesina, y la impunidad de la aristocracia, que permitió que el castigo de la condesa fuese el encierro perpetuo y no la muerte.

Uno de mis capítulos favoritos es "El espejo de la melancolía", donde Pizarnik glosa sobre la obsesión de la condesa por los espejos. "Porque nadie tiene más sed de tierra, de sangre y de sexualidad feroz que esas criaturas que habitan los fríos espejos. Y a propósito de espejos: nunca pudieron aclararse los rumores acerca de la homosexualidad de la condesa, ignorándose si se trataba de una tendencia inconsciente o si, por el contrario, la aceptó con naturalidad, como un derecho más que le correspondía." En el mismo capítulo explica que la melancolía en la época se consideraba posesión demoníaca y especula que los picos de euforia sangrienta eran escapes momentáneos de un estado de depresión: "Entre dos silencios o dos muertes, la prodigiosa y fugaz velocidad, revestida de variadas formas que van de la inocente ebriedad a las perversiones sexuales y aún al crimen". Es una obra interesante que nos permite asomarnos a la estética de Pizarnik y que puede ser una buena puerta de entrada para quienes quieran adentrarse en su producción poética.