La segunda expedición

Antes de que se pusieran de moda las novelas históricas ambientadas al otro lado del charco y fueran coronadas con un Premio Planeta que no pienso leer, Alan Pitronello debutaba por todo lo alto y se llevaba bajo el brazo el VIII Premio Ciudad de Ubeda.
Llegar y besar el santo.

No es para menos, pues La segunda expedición rompe con todos los tópicos y se alza merecidamente con el galardón.

La obra comienza en Santiago de Cuba con un joven Martín del Castillo futuro heredero de una encomienda menor regentada por su tío.

Un asunto de faldas con una joven noble de mayor posición hará que nuestro apuesto Martín sea perseguido por la familia de la desflorada muchacha, culpándolo de grave falta al honor.
Curioso asunto pues ambos acometieron el acto con el mismo entusiasmo, pero los palos solo se los lleva uno de los dos.
¡Hombres!

Muy oportunamente para el cuello de nuestro galán, Don Diego Velázquez anda montando una segunda expedición a la Isla de Yucatán con el altruista fin de poblar aquellas "salvajes" tierras, someter a los lugareños y robarles cuanto más, mejor.

En el peor de los barcos de tan insigne armada se enrola nuestro licencioso del Castillo, con gentes de gran calidad como Pedro de Alvarado, un tal Hernán Cortés o Malcuesta. Este último dicho así suena a pobre diablo, pero no es otro que el encargado de vengar la pérdida del Santo Himen.
Se antoja, desde luego, un tranquilo y plácido crucero por el mar.

En tierra se queda la desvirgada Inés, que ni siente ni padece y una tal Beatriz, sirvienta y amante de nuestro vigoroso Martín que no pierde honra alguna pues los pobres ni eso tienen.
¡Hombres!

Llena de subtramas, aventuras y espadazos la ópera prima de Pitronello recrea el primer acercamiento a una civilización que no ha pisado cristiano alguno, y es que la pequeña isla, no es en absoluto lo que parece.

El autor tiene una narrativa alejada de florituras pero ágil y directa, de las que te mantiene enganchado tanto a la historia principal, como a las secundarias.

Novela donde la ambientación es su mayor valor y donde, de forma hábil el chileno hace un cruce de culturas y creencias ancestrales que enriquecen un texto ya de por sí sabroso.

Aunque es conclusiva, hay continuación y seguramente Hernán Cortés y compañía tengan mucho que decir en "Vientos de conquista" novela que no me pienso perder.

¿Y Tú?