Las soldadesas

Y todos gritaron que sí. Enseguida se creó otro ambiente, un aire como de burdel, y todo resultó aceptable, una orden como otra cualquiera, ilógica como todas las órdenes.

No era miedo,era más bien un dolor que provenía de nuestras más remotas memorias.

Cuando por fin el italiano salió dulcemente de su timidez e intentó besarla, Suzy se apartó con un golpe de cintura, como en un baile. Ni una mirada, ni una palabra, tan solo un movimiento.

Entonces todavía no nos atrevíamos a pensar que íbamos a ser derrotados; llevábamos dentro de nosotros ese presentimiento como un pecado inconfesable, pero ninguno quería pensar en ello, porque éramos jóvenes y nos llenaba de una consternación infantil

El féretro estaba envuelto en la bandera. No había ni una flor; donde no crece el trigo, las flores tienen corta vida, como los animales y los hombres