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Es la segunda vez que leo Los buscadores de conchas y creo que con el paso del tiempo la he disfrutado más si cabe. Ambientada en 1984, nos muestra la vida de Penélope Keeling, alternando entre el presente en el que tiene sesenta y cuatro años y episodios situados antes y durante la 2ª GM. Los capítulos son largos y cada uno de ellos tiene el nombre de un personaje de interés en la trama. La protagonista es hija de un pintor de la época victoriana, Lawrence Stern. El cuadro preferido de su padre, Los buscadores de conchas que da nombre al libro, ha sido siempre su refugio en los buenos y los malos momentos. La pluma de Rosamunde Pilcher es privilegiada, cálida, luminosa y describe con elegancia la costa de Cornualles o los Costwolds ingleses. Pero lo que realmente la hace especial es la manera en que es capaz de mostrar los matices emocionales de personajes y situaciones. Este libro es un poderoso retrato de las decepciones que suponen a veces los lazos de sangre, pero no como una única constante en la vida de Penélope Keeling. La familia es muy importante en el mismo, pero también lo son amistades, y su vida en Porthkerris durante la guerra. Aunque mi libro preferido de la autora continua siendo El regreso, Los buscadores de conchas es un collage de personajes eclécticos algunos odiosos y otros encantadores, en general creíbles y a menudo dotados de una contención emocional muy británica. Ahonda en los entresijos de la maternidad y en la propia independencia de la mujer como persona. Publicado originalmente en 1987, es el libro más conocido de la autora. Posteriormente, Septiembre recupera como personaje destacado del mismo, al hijo menor de Penélope, Noel Keeling. |
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