Madres por error

Sobre “Madres por error”, de Nora Piambo

Son once relatos los que conforman el libro “Madres por error”, de Nora Piambo. El título, en este caso, cumple una función referencial que no es difícil decodificar: nos permite imaginar de qué trata. En otras ocasiones es difícil saber el porqué del título de un libro, incluso cuando lo terminamos de leer. No es ese el caso que nos ocupa.

Dolores Castro, quien realiza el prólogo, nos dice que son relatos “desmitificadores”; tal vez lo sean, pero hay que entender desde qué perspectiva hace este comentario: se refiere a que en estos relatos, la mujer no es presentada como el ser predestinado a desempeñar el rol que le tocó por ser mujer.

Para comprender esta visión, Castro añade más adelante que dichas mujeres son “capaces de asumir su destino e incluso de atropellarlo en un afán de libertad”. Si por “atropellarlo” se refiere a que se salen de su rol, tal vez esté de acuerdo. Si lo dice en algún otro sentido que no es del todo claro, creo que no comparto esa visión. Recordemos que los propios dioses –los griegos, por lo menos-, sucumbían ante la fuerza del hado; pero ese es otro tema.

En mi opinión, son mujeres que se ven en situaciones límite y que reaccionan de una forma inesperada (contraria a como se esperaría según la tradición del rol femenino). Podemos subvertir la idea anterior y decir que tal vez actúan como sería lo esperado dentro de la lógica subyacente en el texto narrativo.

Las situaciones que he mencionado son presentadas con rapidez y concisión, mismas que generalmente son el telón, ya que el fondo se descubre mientras avanzamos en la lectura. A veces el final se intuye, a veces no; en este último caso, varios relatos cumplirían con una de las exigencias del cuento moderno: el final tiene que ser sorpresivo, inesperado. Unos ejemplos de lo anterior serían los siguientes:

En el primer relato, “Arañar el destino”, una joven mujer se casa con un hombre mayor que ya tiene un hijo pequeño. al hombre le da un infarto fulminante. Pasan los años y el hijastro se vuelve pareja de su madrastra. Hasta aquí sería una historia de incesto. Sin embargo, unos cuantos párrafos antes del final aparece el punto central de la historia, se revelan las intenciones de uno de los personajes y aparece la cruda realidad.

“Espina enterrada” es la historia de una joven a la cual violan. Siete años después del suceso, ella “le sonríe al amor”; en otras palabras, su vida parece ir por un excelente camino: se casa, tiene su luna de miel, etc. Pero con el paso del tiempo las cosas cambian drásticamente. Aquí también el final es, hasta cierto punto, inesperado.

Una hija única, cuya madre es rica, famosa y bella, un padre ausente… La mezcla de estos elementos no siempre da resultados positivos. Tenemos un monólogo de la hija, quien dice una frase devastadora a su madre: “¿por qué tuviste un hijo si no tenías tiempo para atenderlo?”'. Este es el relato titulado “Húmeda tristeza”.

Naturalmente, en los ejemplos mencionados he omitido detalles cruciales que tienen un peso específico en el desarrollo y conclusión del relato, pues son esos elementos los que causan la sorpresa en el lector. En todos los relatos aparecen personajes variados: padres, madres, hijos, hijas, gays, lesbianas, etc. La incluisión de estos roles no es gratuita: cada uno tiene una función según el relato en el que aparezcan y, como dije, será deber del lector descubrirla cuando aborde estos relatos.

Debo decir que mis relatos preferidos fueron “Espina enterrada”, “Niño bonito”, “Gusano con alas” y, especialmente, “Toda una vida juntos” y “Rincón reseco”. Estos dos últimos son los más extensos, lo que da oportunidad de desarrollar más ciertos aspectos de las historias que presentan.

Creo notar dos cosas comunes presentes en los relatos: primera, no en todos los relatos la relación materno filial es lo principal, independientemente de si esta relación es funcional o disfuncional. Segunda, cuando la venganza forma parte de los elementos que componen la historia, descubrimos que los personajes femeninos son cuidadosas en la elaboración y ejecución de su plan. Sin embargo, si la memoria no me falla, creo que hay dos relatos en que la astucia femenina se ve reducida a ceniza: son victoriosas por un lapso, pero al final, las cosas no terminan como ellas hubieran querido o pensado.

A esto me refería precisamente cuando dije que no estaba muy de acuerdo con quien prologa este libro: el destino no se puede atropellar; este ya está escrito –según ciertas creencias-. A final de cuentas, cada relato es un cuadro íntimo de la vida de los protagonistas. Lo que más me gustó es que el desarrollo de los relatos es verosímil, creíble, lógico. Este realismo contundente -¿podríamos decir naturalismo?”- envuelve todas las historias que nos presenta en este libro la chiapaneca Nora Piambo.