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La premisa me llamó al instante y por eso lo pedí, pero me ha dejado totalmente indiferente. Me ha gustado la ambientación, porque parece que todo tiene que pasar en Nueva York y es un entorno al que no estamos muy acostumbrados. Y me llamaba mucho también lo del volcán, pero se queda en algo anecdótico. Solo sirve como telón de fondo para que tengas continuamente la sensación de que el pueblo está sumido en el caos (gente haciendo acopio en los supermercados... ¿os suena?) y que todo está cubierto de ceniza, pero no tiene ninguna relevancia en la trama. Y, sin querer destripar nada, he tenido todo el rato la sensación de esos gags de Padre de familia en los que, yo qué sé, lo mismo quieren una llave inglesa para arreglar algo y, cuando la tienen, se lían a golpes en vez de usarla como es debido. Pues igual. El protagonista cada vez tomaba decisiones más absurdas y no era nada creíble. Y tramas y personajes a los que se les da bombo y, de repente, desaparecen. Y también trata el tema de las enfermedades mentales tan a la ligera que dan ganas de sentar al hombre y decirle que lo piense un poco. Como punto positivo, se lee en un suspiro. Los capítulos son muy cortos y es una lectura ágil que se ventila en dos ratos. Y la verdad es que, de forma, no está mal escrito, pero de fondo va bastante escaso en mi opinión. Podría decir que quizá es por haber leído mucho thriller y que es difícil que me sorprenda, pero no lo creo. Otros libros siguen consiguiéndolo. Pero bueno, para gustos, colores. Quizá haya a quien le convenza el libro para desconectar un rato, pero leedlo sin esperar una gran aventura. |
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