El problema final

Don Arturo sorprende está vez, gratamente, tocando un género bastante en desuso: la novela policiaca clásica de detective, misterios, enigmas, retos intelectuales, que pusieron años atrás escritores como Agatha Christie, Arthur Conan Doyle y un largo etcétera. Novelas en las que el planteamiento de la trama convierte al lector en investigador de lupa y gabardina. En la que lo obliga a estrujarse el cerebro en busca de posibles culpables, hipótesis y demás historias.

La trama transcurre en una pequeña isla griega donde hay un hotel en el que se hospedan unos huéspedes, cuando una terrible tempestad se desata en el mar y se quedan aislados durante unos días. La aparición del cadáver de uno de los huéspedes altera al resto de personajes, entre los que se encuentra un viejo actor de Hollywood, en horas bajas, conocido sobre todo por haber encarnado en la pantalla al detective Sherlock Holmes en las películas más famosas del celuloide.

Novela muy entretenida, muy bien escrita, que sigue el canon clásico de novela policiaca elegante y misteriosa, que en los últimos años se ha visto relevada por la novela negra, cada vez más soez, con detectives más desequilibrados y desestructurados, y con la aparición de cadáveres cada vez más desmembrados y con más gore que en una peli de Tarantino.

Si eres de los que no sabe discernir entre autor y obra, si eres de los que odias a Reverte por sus ideas, manera de pensar, de expresarse, su prepotencia o chulería o pedantería , puedes leer el libro sin ningún problema, siempre y cuando te atraigan estás historias detectivescas. Un auténtico lujo para la chabacanería que hay en la literatura de hoy en día.