Querida señora Bird

Imaginemos el escenario, nos encontramos durante la segunda guerra mundial, corre el año de 1940 y vivimos en un país aliado, específicamente en Inglaterra. Nuestro día a día es escapar de las bombas una noche sí y la otra también. Nuestra protagonista es una joven llamada Emmeline quien al inicio de la novela trabaja en un despacho de abogados y hace servicio voluntario en la central de bomberos. Pero aunque de esa manera ayuda en la guerra ella tiene otros sueños y aspiraciones, en realidad desea ser corresponsal de guerra, una reportera de armas tomar que se encuentre cara a cara con la violencia de la guerra y logre llevar las noticias hasta los más recónditos lugares.

Todas sus peticiones parecen lograr un encause cuando encuentra un anuncio en el periódico solicitando una aprendiza para un puesto en un importante periódico, ¡es su oportunidad! Emmeline renuncia a su puesto en el despacho por seguir su sueño, pero su entusiasmo se ve frenado de manera abrupta cuando se da cuenta que su nuevo trabajo será servirle de mecanógrafa a la señora Bird, una mujer que da consejos en una revista femenina. Una mujer estricta y dura que no responde a ninguna cuestión que tenga que ver con relaciones (sentimentales, sexuales, matrimoniales, actividades ilegales, opiniones políticas, religiosas, la guerra y la cocina —esta última porque se va a otra sección de la revista—).

Emmeline no puede estar más devastada, ¡se ha equivocado por completo de trabajo!

Opinión

Querida señora Bird
No sé por dónde empezar, he leído un libro que me hacía mucha ilusión, hablaba de la segunda guerra mundial —un periodo de la historia que me llama particularmente— y prometía contar la historia de una chica valiente. Había escuchado que era un libro gracioso y fresco.
Pero no fue gracioso señora Bird. La protagonista, aunque era inteligente, hacía unas tonterías del tamaño del mundo. ¿Puede creerlo?, mentía en su trabajo para poder contestar las cartas que su jefa no le permitía, y lo hacía suplantando a otra persona. Ella creía que lo que hacía estaba bien y era necesario cuando cualquier persona con dos dedos de frente la hubiera zarandeado.
De hecho su mejor amiga Bunty la regaño muchísimo, pero ella no le hizo caso en lo más mínimo. ¡Oh señora Bird!, la historia de Bunty fue mucho más atractiva, interesante y dolorosa que la de Emmeline (Emmeline es la protagonista del libro, por cierto).
Hablando del mundo de la publicidad y las ganancias entiendo el rumbo que tomó el libro al final, pero aun así me parece I-NA-CEP-TA-BLE, cuando termine el libro sentí como si hubiera chupado un limón, uno especialmente acido.
Por supuesto, hubo algunas partes lindas, y algunas partes intentaron plasmar la guerra como se vivió en esos tiempos de bombazos que no sabías si iban a caer encima de ti o si iban a arrebatarte a algún ser querido. Pero el asunto como se manejó lo de las cartas es como decir que puedes ser arrogante y creer que haces las cosas bien y al final todo se arreglara de rositas porque eres joven y tienes una perspectiva fresca de las cosas.
Señora Bird, esta chica no era honesta y lo peor es que su arrogancia nunca la hizo darse cuenta.
¿Cree que estoy siendo muy dura?, ¿le parece que debería ser más condescendiente?, le mando mi dirección postal y los sellos para que me conteste de manera personal si es que no puede aparecer en la revista mi carta. Hay personas que han opinado que el libro es reconfortante y a mí no me ha reconfortado nada, solo me han dado ganas de rodar los ojos con la protagonista.

Atte Lectora quizás demasiado dura.
Enlace: https://janetgaspar.blogspot..