Querida señora Bird

Emmeline Lake es voluntaria en el servicio auxiliar de Bomberos durante la II GM y quiere ser corresponsal de guerra, así que cuando ve una oferta de trabajo en la editora del London Evening Chronicle no se lo piensa dos veces. Pero el trabajo que consigue no será en el diario, sino unos pisos más arriba, como mecanógrafa en una revista femenina, más concretamente en la sección de cartas de las lectoras solicitando todo tipo de ayuda, a las órdenes de la imponente Sra. Bird. Pero la jefa tiene una lista interminable de asuntos que no responderá ni publicará, así que Emmy, apenada por esas mujeres desesperadas comenzará a responderlas a espaldas de todos.
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Hasta aquí todo superfeelgood. Emmy, su mejor amiga Bunty, sus amigos y compañeros intentan hacer vida normal mientras Londres es bombardeada sin piedad por la Luftwaffe. Hasta que sucede una tragedia y el feelgood se va a paseo para retomarlo al final, porque así deben ser y así son estas novelas.
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Aunque parezca increíble, lo más emotivo fue la Nota de la Autora donde explica cómo se inspiró y confirmas completamente que este libro es un homenaje a todas las mujeres que en tiempo de guerra trabajaron hasta la extenuación por mantener sus hogares hasta que los muchachos volvieran a casa. Y el punto de vista de la Sra. Bird no es más que el caduco empeño de mostrar a la mujer como el ángel del hogar, siempre arreglada, siempre femenina, sin quejas, sin tacha y, por supuesto, sin debilidad. Una imagen que Emmy quiere romper con sus cartas, diciendo que está bien sentirse cansada, asustada, desesperada y hundida, que no es ser débil, es ser humanas. Un rayo de esperanza en medio del horror. Un mensaje que también se puede aplicar a nuestros días.