Todo el mundo necesita un propósito apra seguir viviendo. Si no, qué sentido tendría continuar aquí.
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Todo el mundo necesita un propósito apra seguir viviendo. Si no, qué sentido tendría continuar aquí.
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Tomaron una decisión y dejaron todas las posibilidades abiertas a la fuerza de voluntad de cada uno.
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Si permanezco fiel, demuestro que los hombres merecen la pena a pesar de sus miserias y atrocidades; si quebranto mi palabra, qué valor tenemos, qué podemos ofrecer al mundo.
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¿Debe la comunidad del gueto dar la poca comida que queda a los niños y enfermos más débiles? ¿O debe, por el contrario, dársela a los más fuertes, aquellos que tienen más posibilidades de sobrevivir y salvarse? ¿Puede una joven embarazada dar a luz en tal mundo? ¿O no tiene más remedio que abortar? ¿Nos queda alguna libertad de elección cuando los acontecimientos nos superan? ¿O ya solo cabe esperar? El lector no encontrará aquí respuestas definitivas a tales dilemas. El profesor Heyman no las tiene. Sí hallará, en cambio, una llamada a la empatía con la que atravesar los muros que nos separan de los otros y una invitación radical a dejar de ser espectadores pasivos. Conviene no olvidar que nosotros somos los otros de los otros.
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– Esto no es una cuestión de fe sino de acción, de voluntad. Si permanezco fiel, desmuestro que los hombres merecen la pena a pesar de sus miserias y atrocidades; si quebranto mi palabra, qué valor tenemos, qué podemos ofrecer al mundo. – Podemos seguir vivos, luchar y salvarnos. – Para luchar hay que ser capaces de ofrecer algo que merezca la pena salvar. |
Es el primer libro publicado por Carlos Fuentes.