No te fíes de un hombre que no lea -le dijo-. Un hombre que no lee es un hombre que tiene miedo a escucharse a sí mismo.
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No te fíes de un hombre que no lea -le dijo-. Un hombre que no lee es un hombre que tiene miedo a escucharse a sí mismo.
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En mis buenos tiempos había códigos, honor. Siempre hubo lamebotas y miserables, pero estos incluso tenían cierto sentido del pudor. Ahora mismo la vileza lo empapa todo. Cuanto más ruin es uno, más lejos llegará. Da igual cuántas cabezas tenga que pisar. Da igual cuántos compañeros debas traicionar. Todo el mundo parece haber salido del jodido infierno.
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Definitivamente, el mejor cigarrillo era el de después; el de después de matar.
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¿Acaso no era eso, después de todo, lo que definía la valía de un hombre? Su temeridad, su miedo, no ser acribillado a balazos ni a volar en mil pedazos, sino a ser tenido por cobarde.
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¿En qué año se publicó?