El niño duerme con la cabeza apoyada contra mi costado. No comeremos carne, no nos saciaremos. Puede que renunciar al ternero sea una renuncia a sobrevivir. Y sin embargo respiro tranquila, en paz. Elegir lo que no es razonable, ceder a un capricho, aunque no sea el mío, me hace sentirme dueña de mi vida. No es algo que pueda decir muchas veces
|