El jueves siguiente

Reencontarse con viejas amistades siempre sienta bien. Es por ello que volver a saber de Elisabeth, Joyce, Ron e Ibrahim me ha alegrado.

No obstante, como ocurre muchas veces, la naturalidad, la frescura y la esencia de los primeros encuentros es una fórmula que es difícil de calcar al 100%. Y es lo que me ha sucedido con esta segunda parte del club del crimen de los jueves, me ha entretenido y ha cumplido su función pero me ha resultado más “artificial” que su predecesora.

Y me explico. Lo que fue la presentación de un grupo de ancianos divertidos con sus preocupaciones y que se veían envueltos en una trama de asesinato de forma inesperada se transforma ahora en una especie de red de profesionales que se enfrentan a multitud de situaciones peligrosas incluso con los servicios de inteligencia y de las que salen indemnes. Creo que en esta segunda entrega se abusa mucho de recursos comerciales, de situaciones exageradas y completamente inverosímiles. Por supuesto que es un libro de humor, pero en la anterior podíamos llegar a meternos en situación. En esta sin embargo, ya somos totalmente conscientes de que estamos ante una ficción caricaturizada.

Aún así, reitero mi simpatía por estos personajes y es precisamente por eso que seguiría sus pasos allá donde vayan. Hay fragmentos que son bastante interesantes, especialmente aquellos en los que salen a relucir las preocupaciones más humanas o ciertas relaciones que se establecen entre ellos. Podemos encontrar momentos muy entrañables.

En definitiva, una historia que entretiene y se lee con mucha facilidad pero que en mi opinión carece de la magia de la primera parte. Eso sí, no voy a negar que los echaré de menos.