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Crítica de Celeste_Lightwood


Celeste_Lightwood
26 October 2021
Georgia está a punto de terminar el instituto y todavía no ha experimentado el amor. No ha besado a nadie ni ha tenido ningún tipo de contacto romántico. Lo más cercano es el flechazo que siente por un compañero de curso, pero cuando en una fiesta se decida a entablar una conversación con él, se dará cuenta de que ni siquiera le gustaba. Por eso, empieza a pensar que quizá sufre algún tipo de tara que le impide enamorarse de nadie pese a que ella adora el romanticismo y todo lo que implica. Así que se propone como objetivo aprovechar que va a empezar la universidad para ponerse las pilas y buscar a alguien que le guste, alguien con quien poder compartir todas esas bonitas experiencias amorosas de las que hablan en películas y libros. Y Georgia no descansará hasta encontrar a la persona indicada.

De Alice Oseman ya había leído previamente su novela gráfica Hearstopper y me había encantado, por lo que tenía muchas ganas de conocerla en su faceta de novelista, así que me decanté por Sin amor, que es una de sus pocas obras traducidas al español y, además, que en ella hubiera representación asexual me llamaba mucho la atención porque no es un tipo de personaje que suela visibilizarse, al menos en literatura juvenil. Nos encontramos como protagonista a Georgia, una joven que está enamorada del concepto de amor. Su visión del romance es muy idílica y está idealizada, pero ella no ceja en su empeño de poder compartir sus expectativas con alguien. Además, en la fiesta de fin de curso se da cuenta de que ella es la única en su entorno que ni siquiera ha besado a nadie, lo que la hace sentir como un bicho raro y provoca que se presione a sí misma para cambiar rápidamente su situación. Así pues, verá el inicio de su vida universitaria como un nuevo comienzo donde reinventarse y encontrar por fin al amor de su vida.

A lo largo de la novela seguiremos los progresos de Georgia, cómo se adapta a su nueva vida universitaria, la amistad que poco a poco va surgiendo entre ella y su compañera de habitación, Rooney, una chica llena de vitalidad que aunque parece alguien con una personalidad opuesta a la de Georgia, termina siendo su gran aliada. Tenía muchas expectativas en esta novela porque Oseman nos ha traído como protagonista a un personaje asexual y arromántico y eso es algo que no se ve todos los días. El mayor atractivo de este libro era ver cómo Georgia se iba dando cuenta poco a poco de sus verdaderos sentimientos y sexualidad, pasando por las etapas de pensar que es bisexual, luego lesbiana y por último asumir la realidad. Por supuesto, para alguien enamorada del amor como Georgia no es fácil asumir que nunca va a experimentarlo en sus propias carnes y al principio le costará muchísimo entender por qué es así. Pero poco a poco iremos viendo su evolución y cómo se reconcilia con sigo misma y sus sentimientos.

La representación aro-ace está magníficamente hecha; la forma en que la autora lo explica es cristalina para los lectores y nos ayuda a comprender mucho mejor este espectro. Además, es un tema que está tratado con una gran sensibilidad. Aun así, debo advertiros de que he leído reseñas de gente del colectivo que considera que Oseman no ha representado ese espectro de la manera correcta. de todas formas, hay que tener en cuenta que parece que Sin amor es un poco autobiográfico, por lo que no todo el mundo comparte las mismas experiencias en cuando al autodescubrimiento se refiere. A pesar de todo ello y de que en ese aspecto a mí me ha convencido, es una novela que no he disfrutado.

Georgia es un personaje al que no he soportado. al principio me gustaba su ingenuidad de pensamiento respecto al amor y empatizaba con ella en su camino de querer encontrar al amor de su vida, asateada por la presión social de no haber dado ni siquiera un beso y por la idealización al que se nos somete desde pequeños de lo que significa estar enamorados, algo que nos esforzamos por cumplir en la vida real sin entender que no siempre puede ser como en las películas. Sin embargo, conforme avanzamos en las aventuras de este personaje, un objetivo que parecía cuqui y adorable (el de encontrar pareja a toda costa), se termina convirtiendo en una obsesión. Georgia está obsesionada con experimentar en primera persona lo que es que te guste alguien hasta el punto en el que solo piensa y habla sobre ello, dejando el resto de temas a un lado. No exagero al decir que el 99% de sus conversaciones giran en torno a su incapacidad para enamorarse, hasta el punto absurdo en el que está hablando con sus amigos de cualquier cosa y siente la irrefrenable necesidad de hilar el asunto que están tratando con sus problemas amorosos. Me resultó un personaje repelente, insufrible, monotemático y egoísta. Deja de lado a sus amigos o ignora sus sentimientos y preocupaciones en pos de su búsqueda de pareja porque es lo único que le interesa. Es más, de su vida universitaria apenas sabemos nada porque todo el libro se centra en sus sentimientos románticos. Lo único que se sale un poco de esta tónica es cuando se apunta al club de teatro y ni aun así nos libramos de sus ensoñaciones porque la obra que representan es Romeo y Julieta, obra que, por supuesto, utilizan para idealizar aun más el amor (ya os conté en una reseña todos los problemas que tenía para mí esta obra y que me molestaba que se la idealizara). Las interacciones de Georgia con su entorno se limitan a su incapacidad para sentir nada por nadie, a preguntarle a los demás dudas sobre el romanticismo y el sexo para compararlas con su propia (in)experiencia y poco más.

Lo único salvable, a parte de la representación aro-ace y cómo Oseman desarrolla el autodescubrimiento y los temas de identidad de género, fueron los personajes secundarios. Pip y Jason son amigos de Georgia desde el instituto y terminan yendo juntos a la misma universidad, aunque se alojan en residencias distintas, lo que obliga a Georgia a tener una compañera de habitación desconocida, Rooney. Pip es un pilar fundamental para Georgia en todos los aspectos, por eso, al estudiar carreras diferentes y vivir en edificios separados, ambas empiezan a distanciarse un poco y Georgia siente su ausencia. Sin embargo, pese a los roces que puedan tener, son inseparables y Pip la ayudará muchísimo en su nueva vida universitaria. Jason es un personaje un poco más secundario, pero fundamental en algunos momentos de la narración. A pesar de sus escasas interacciones, es alguien a quien es fácil cogerle cariño. También es un buen amigo para Georgia, pero la manera en que esta le trata en un determinado punto de la novela fue horrible e hizo que me cayera aún peor porque, como dije más arriba, es bastante egoísta y antepone sus sentimientos a los de Jason, creando una situación incómoda e innecesaria para ambos. Por último tenemos a Rooney que ha sido, sin duda, mi favorita. Rooney es la típica "macarra fiestera" que disfruta del sexo y siempre está metida en la cama de algún chico nuevo. A priori, ella no es una buena elección como compañera de habitación para Georgia porque son polos opuestos, pero lo cierto es que poco a poco descubriremos que detrás de la imagen que proyecta, Rooney es una chica con un corazón enorme y un pasado muy complicado que la ha hecho ser quien es. Georgia y Rooney congeniarán muy bien y será a ella a quien acuda cuando tenga dudas en el terreno sexual.

En cuanto a la trama, no hay mucho que decir porque toda la novela versa sobre los mismos temas. Es un libro ágil de leer, pero es cierto que en ocasiones se me hizo un poco cuesta arriba porque, como he comentado, la protagonista es monotemática. de hecho, las partes más interesantes estaban relacionadas con los personajes secundarios, sus motivaciones, historias e interacciones y también cuando la autora nos habla de identidades sexuales o sobre temas sexuales. Algo que me ha sorprendido es lo mal escrita que está esta novela, o al menos a mí así me lo ha parecido. Por ejemplo, Oseman abusa del uso de "literalmente" y yo entiendo que quizá lo hace debido a esta moda que ha surgido en redes sociales de emplear este adverbio para todo, incluso en contextos que no son correctos a nivel de significado, pero siento que trasladado a un libro queda forzado y mal. al margen de eso, el estilo me ha parecido demasiado simplón, carente de profundidad y poco trabajado.

Mi amor por Heartstopper me ha jugado malas pasadas en cuanto a las expectativas que tenía al respecto de esta novela. Siento que Sin amor no ha estado a la altura y me ha resultado una decepción en todos y cada uno de sus aspectos. Lo único que rescato es la representación alo-ace que visibiliza la autora, pero no creo que merezca la pena leerlo solo por eso.

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