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Crítica de MaiteMateos


MaiteMateos
01 June 2020
Con una prosa sencilla, escasos diálogos e intensas reflexiones, esta novela describe un hipotético mundo turbio y desolador consumido por enfrentamientos bélicos constantes, donde solo existe un único partido que adoctrina a sus ciudadanos, restringe sus libertades y persigue hasta los pensamientos y sentimientos más íntimos a través de una policía del pensamiento y de telepantallas instaladas por doquier.
Winston Smith, Julia, O'Brien, Syme y el omnipresente Gran Hermano forman parte de su escaso elenco de personajes. La ciudadanía de 1984 está altamente jerarquizada, posee una mentalidad binaria, nacionalista y muy patriarcal. Los personajes femeninos de Orwell son pasivos, y siempre subordinados al hombre, únicamente idealizados en el aspecto sexual y reproductivo o en el de la madre sacrificada pero, en ningún momento se critican los roles sexuales o de género. Publicada en 1949, 1984 destaca entre las novelas distópicas pioneras junto a las de Huxley y Bradbury, si bien hay que constatar que Orwell, seudónimo del autor británico Eric Arthur Blair, se inspiró en una novela rusa escrita por Yevgueni Zamiatin en 1924, titulada Nosotros y seguramente también se inspiró en La noche de la esvástica, escrita por la británica Katharin Burdekin en 1937, pues hay también muchos elementos de similitud con esta obra.
1984 es una crítica a los totalitarismos, sean del cariz que sean, un análisis acerado del poder, de la destrucción de la individualidad, de la manipulación de la verdad y de la historia, donde la mentira se convierte en un acto de fe que genera lo que en la novela se denomina “doble pensamiento”, en el que el control del significado de las palabras y del lenguaje es fundamental, un control que conduce incluso a la creación de una “neolengua” con la que construir una nueva realidad siempre cambiante al servicio del poder, un poder que solo es posible mantener gracias al miedo. Porque en 1984 el miedo es la clave de todo. El mantenimiento y la difusión de un miedo constante, permanente, es la herramienta fundamental que el poder utiliza para sofocar cualquier intento de rebelión. Alrededor de esta idea gira el eje central y más reflexivo de 1984. Simbolizado en el Gran Hermano el miedo, el horror, la angustia atenaza, paraliza, sofoca todo espíritu crítico y continuará haciéndolo mientras no aprendamos que el miedo no es algo a vencer sino algo con lo que se debe aprender a convivir. Por eso 1984 continúa impactando e inquietando tanto, porque reproduce, metafóricamente hablando, nuestra realidad en mayor o menor medida, como también lo hacen las novelas de Huxley y Bradbury, Zamiatin o Burdekin. Todas ellas, a su manera, intentan abrirnos los ojos, nos dan que pensar, porque pensar y convivir, ser conscientes es lo único que puede detener el miedo, el horror, el poder que unos intentan ejercer siempre sobre los otros…
Enlace: https://maitemateos.wordpres..
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