1984

En un pasado distópico, Winston habita un mundo dominado por las pantallas y los ojos que todo lo ven. En medio de la adoración al Gran Hermano y todas sus acciones, Winston se encuentra en una incertidumbre pues no siente la pasión que debe sentir hacia su líder ni sus allegados. Un buen día aparece Julia, que le encamina más en su deseo de liberarse de la sociedad en la que habita, pero no todo va a suceder como ellos esperan.

¿Quién no ha escuchado hablar de este libro? Cientos y miles de reseñas habré leído yo, y aún así, cuando lo leí descubrí un mundo totalmente diferente a lo que me imaginaba. Me esperaba encontrar una Corea del Norte, y en parte, si que la hay, con esa adoración por su líder, tan típica en las grandes distopías. Pero la diferencia es que esta está narrada con un hilo de esperanza. Creo que es un libro que cada uno lo digiere a su manera, para mí, hasta el final, existe un hilo de esperanza puesto que el personaje pese a estar viviendo en constante vigilancia, véase el caso de los lavabos, y no tener permitido tener opinión e incluso trabajar tapando las mentiras del Gran Hermano. Winston demuestra ser un ser racional, hasta que se involucra con los sentimientos, y como dice Galeano hay que ser sentipensante pero a veces el senti nos mata al pensante. Winston sabe que arriesgarse a sentir es condenarse a morir, pero sigue su instinto.

No puedo decir que no me haya gustado, y sí que la segunda parte me parece angustiosa, pero quizás me esperaba algo todavía más fuerte por todos los estereotipos que había creado en mi cabeza de este libro. Si lo comparo con la otra distopía que he leído, Un mundo feliz, quizás para mi gusto personal sale ganando en partes la de Huxley, eso no quiere decir que no necesite más relecturas de ambos libros para volver a saborearlos. Eso sí, el final es mucho mejor el de 1984, cierra el círculo completamente.
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