Nuestro mundo

Ya me he cerciorado de algo. Podría leer a Mary Oliver hasta el infinito.

Me gusta mucho su narración, su delicadeza, su atención y su foco. Y si el libro está dedicado a M. la que fue su pareja durante muchos años, me quedo a vivir en el relato. A este libro le hubiese sumado hojas y hojas. Tengo ganas de saber más: sus días, sus charlas, anécdotas, más fotos de ellas… que placer de libro.

Mary ya menciona a M. en La escritura indómita así que este libro es como un regalo para quienes disfrutamos de esa lectura. Es como adentrarse en esos detalles más personales, más íntimos. Conocerlas más.

Creo que el relato deja claro que la unión de estas dos mujeres fue brillante porque se conjugaban de maravilla. Complicidad, cuidados, entendimiento… un equilibrio armonioso. Acompañarse y crecer juntas.

Este libro es un precioso ejemplo de honrar la memoria de alguien al que se ama. Evocando recuerdo, enseñando fotografías de M., regalándonos detalles de cómo era ella, de cómo se hacían sentir…

Un libro que se parece a un rayito de luz.

Ojalá más Marys y Emes para mostrarnos la cara más amable y tierna de este mundo.

Mary Oliver le regala al gran amor de su vida, Molly Malone Cook, todo aquello que compartieron en vida: un libro lleno de poesía, fotografías y amor.

Un libro que comienza con un pequeño texto de los inicios de Molly en la vida y en la fotografía. Una mujer viajera, de espíritu libre y desapegado.
Un día fotógrafa y poeta se conocen y ya no se vuelven a separar.
Y es en esa segunda parte del libro donde Mary nos cuenta su vida en común, la construcción de un relato conjunto en un pequeño pueblo llamado Provincetown –que por momentos me daban ganas de habitar–. de sus pequeñas rutinas, de su pequeña galería-librería, de sus paseos predilectos y de las personas que las acompañaron en aquellos días. A veces me hacía pensar un poco en Anhelo de raíces, pero viviendo en pareja.

Mary y Molly se sincronizan. Una poeta, la otra fotógrafa. Una ama la naturaleza y la otra tiene don de gentes. Donde otros hubieran visto discordia, ellas encontraron comprensión, escucha, «una conversación de cuarenta años». Un amor maduro, visto desde la admiración por la otra. Que el amor sea esto, o que no sea.