París. Febrero de 1928. Alphonse Renoir, redactor de un periódico parisino recibe una carta de Lucas Maes, el soldado del botón magenta. A partir de aquí, nos relatará cómo fue su experiencia con este antiguo soldado durante las cinco reuniones que mantienen donde Lucas le comparte sus memorias en el especial café “La Petite Chanson”. Nos encontramos ante un libro muy bien escrito, con capítulos cortos, narrado en primera persona desde el punto de vista de Alphonse pero que introduce también, en tercera, la visión de Lucas Maes. Va saltando del presente (1928) a 1926, donde se llevan a cabo las reuniones de Alphonse y Lucas, y a 1917, donde tiene lugar la Gran Guerra y se desarrolla la mayor parte de la historia. La primera parte del libro la he disfrutado (y sufrido) bastante. Te introduce dentro de la Gran Guerra, a la vida en las trincheras, las miserias, los olores, enfermedades, desgracias… Pero que cuenta también con sus cosas bonitas. Hay un capítulo que trata sobre la Navidad que me ha parecido precioso y emotivo. Y luego la historia tiene un giro del que no voy a hablar por razones obvias (ajá, spoilers) que hace que todo cambie radicalmente, pero que también me ha gustado, y el final me ha emocionado. El libro me ha parecido denso a pesar de no ser muy largo, pero se lee bien. No me ha aburrido en ningún punto, pero sí es cierto que la historia de amor que acontece me ha generado algo de controversia al principio. La diferencia de edad entre los personajes me chocó bastante porque estamos hablando de un chico de quince años… al principio recelé bastante de esto y me sentí algo incómoda, pero luego recordé cuando yo tenía quince años, seguí leyendo, me puse en situación, en contexto, conseguí entrar en su historia, entenderlos y me robaron el corazón. En cuanto a los personajes, son memorables, tanto secundarios como protagonistas. Las partes de Alphonse y la evolución de su personaje me ha gustado muchísimo, hasta el punto de llegar a conmoverme al final, a pesar de que se nos presenta a una persona ególatra y algo egoísta. Y por supuesto Lucas Maes y Philippe, he visto verdad en ellos, son personajes imperfectos, como a mí me gustan, y que también cuentan con una evolución bastante buena, especialmente Philippe. Y obvio, el color magenta, que casi como un personaje más ha conseguido volverse un color aún más especial para mí de lo que lo era antes. En definitiva y para concluir, es una buena historia, entretenida, que si consigues conectar con ella conmueve, y que te deja un poso muy cálido una vez cierras el libro. Y no puedo dejar de mencionar los agradecimientos del autor y la dedicatoria a su perrita que me ha parecido preciosa y me ha roto un poquito más el alma. + Leer más |