Piso para dos

Cualquiera que me conozca un poco sabe que no suelo leer muy a menudo romcoms, pero parece que, en los últimos meses, eso está cambiando. No ha sido mi primera obra de la autora ya que leí Rumbo a ti hace unos años y me gustó, pero el viaje de emociones que he sentido con la lectura de Piso para dos, ha sido increíble.

Llevaba un tiempo detrás de este libro ya que la premisa me llamó poderosamente la atención, quizá porque cuando era más joven uno de mis clichés favoritos era el de “there was only one bed”; pero en este caso tenía un giro único de lo más original: Tiffy y Leon compartirán la misma cama en distintos momentos del día por sus distintos horarios laborales ya que ella es editora y él, enfermero. Es una solución que, a primeras, es chocante para todo el entorno de Tiffy, pero es mucho mejor que ella siga compartiendo piso con su exnovio, Justin, quien es un auténtico manipulador de manual.

Una vez Tiffy se muda a este piso de un único dormitorio, comienza a comunicarse con su nuevo compañero de piso mediante distintos post-its en principio para ponerse de acuerdo en situaciones típicas de la convivencia, pero será ahí donde podemos ver de manera genuina cómo va tejiéndose esta relación y como irá evolucionando poco a poco, no sin inconvenientes debido a las experiencias pasadas tanto de Tiffy como de León, quien, en ese momento, estaba en una relación que había muerto de agotamiento y desinterés/ninguneo por la otra parte. Y es que, aunque este libro parta del cliché de compañeros de piso, me parece que está bien ejecutado y, además, con cierta originalidad, porque el primer encuentro de ambos protagonistas es tan accidental, gracioso y de alguna manera tierno, que deja patente el hecho de que te vas a encariñar con ambos.

A nivel de personalidad, Tiffy y Leon son bastante diferentes (no suelo ser muy fan de eso de “los opuestos se atraen”) pero sí es cierto que, en este caso en concreto, se crea un equilibrio bueno y precioso. Los protagonistas quedan bien definidos al igual que los personajes secundarios que me parecen fundamentales en esta historia siendo esa red de apoyo que necesitaba Tiffy para superar es relación tan complicada que había mantenido y la cual, le había dejado muchas heridas. Heridas que, por desgracia, también se interponían en su camino con Leon, quien también tenía las suyas por su relación con Kay y la situación de su hermano menor, Richie, que se encontraba en la cárcel de manera injustificada (esta parte de la trama me ha parecido muy interesante y me gustaría conocer un poco más a fondo al personaje de Richie en cualquiera de las siguientes novelas de O'Leary).

Normalmente cuando leo libros de romántica, suelo sentir que las relaciones se desarrollan con rapidez o con demasiada artificialidad; sin embargo, en esta ocasión casi he sentido que Tiffy y Leon eran dos amigos míos, o como mínimo, conocidos de amigos por cómo de natural es al no ser todo fácil ni de color rosa. Por desgracia, también me he sentido bastante identificada con Tiffy y ese pasado romántico turbulento; pero lo que más me ha gustado del libro es el ver cómo se puede sanar de situaciones así, de encontrar a alguien que verdaderamente te quiere de una forma sana.

La historia queda muy bien cerrada y, de hecho, no pude evitar emocionarme al leer el epílogo que es el colofón de los 72 capítulos donde se alternan el punto de vista de Tiffy con el de Leon. A pesar de su volumen de páginas, se lee con bastante rapidez ya que la trama te empuja a querer saber más y el estilo de la autora es simple y efectivo, con diversos guiños a la cultura pop que tienen su encanto y razón. Me atrevo a decir que, para mí, esta novela ha marcado en mí un antes y un después (al menos, con seguridad, dentro de este género).

No puedo no recomendarlo ya que creo que hace una importante labor visibilizando las relaciones tóxicas por manipulación psicológica y las injusticias legales que existen en la sociedad, pero también da un mensaje esperanzador y emotivo, con sus puntos de humor.