Lo blandita que me dejó este libro que ha pasado más de un mes desde que lo acabé y aún me dibuja una sonrisa en la cara recordar a sus dos protagonistas. Las dos Leena/Eileen Cotton que son tan parecidas y tan distintas, dando un vuelco en ambas vidas al intercambiarse: la nieta por la abuela y viceversa. Al principio no me convencía, prefería una de las dos tramas y no terminaba de pillar a ninguna de las dos. Se habla del duelo y, como necesitaba algo fresco y ligero, me dio un poco de miedo que esa parte se hiciera densa y dolorosa. Beth O'Leary no lo consigue porque logra dejar todo en su respectivo lugar, con su correspondiente paso (ni acelerado ni lento) y encontrando el sentido de cada actuación en la vida de las dos y también del lector. Es fresca y es reflexiva, te hace reír y te estruja el corazón, te envuelve en una ternura infinita hacia cada uno de los personajes secundarios, incluso los gruñones que no terminan de querer encajar. Son magia, de esa real y que puebla cada rincón de nuestras vidas. |