Hamnet

Pocos conocen que uno de los grandes iconos de la literatura y el teatro inglés, William Shakespeare, basó su magistral obra “Hamlet” es una vivencia propia: la pérdida de su hijo menor, Hamnet, a la edad de 11 años. Cómo la pérdida del niño afectó a toda su familia y concretamente a su esposa, y cómo él se refugió en los escenarios para enterrar ese dolor es el punto de partida de la Maggie O'Farrell.

Pero lo cierto es que el protagonismo recae especialmente en Agnes, la esposa del creador de "Hamlet" y padre de Hamnet: ella es quien, con su esfuerzo, su magia, sus “poderes”, el amor a sus hijos y todas sus virtudes y defectos ocupa todo el relato y se convierte en un personaje ya para el recuerdo. Parte del mérito por el que ella adquiere ese protagonismo es la decisión de O'Farrell de no nombrar a William Shakespeare en ningún momento, sino referirse a él indirectamente como “el preceptor de latín”, “el marido”, etc. Porque esta novela no va genios o dramaturgos famosos, sino de la cotidianidad, de la familia y de lo normal que era la pérdida de algún hijo en edades tempranas en esta época.

La novela indaga en el duelo con una ternura conmovedora, y cómo ese duelo consigue que la madre, la abuela y las hermanas del pequeño cuyo nombre da título a esta triste historia que nos lleva a la Inglaterra del siglo XVI dejen de lado los malentendidos, las distancias, lo nunca dicho, y se anteponga el abrazo, el llanto y la tan ansiada comprensión.

“Hamnet” nos deja personajes y también escenas inolvidables que a través de su magnífica escritura, las palabras y emociones hacen de esta historia, más o menos verídica, una auténtica belleza de nuestra literatura actual.
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