Sed

"La excusa que me viene a la cabeza es que actué como cualquier otra persona: viví al día, sin pensar demasiado en las consecuencias. Me gusta esta versión en la que solo soy un hombre, ¡y como disfruté siéndolo!
Desconozco si Amelie Nothomb es creyente (al menos proviene de una familia católica) y si con esta novela ha querido hacer un homenaje o una crítica, pero lo cierto es que su lectura no te deja indiferente. Bueno, en realidad ninguno de sus libros lo hace. Sus historias son cómicas, mordaces, sarcásticas, originales y con mucho carácter. Sed es, sobre todo, original y tremendamente personal.
En ella cuenta su particular visión de la Pasión de Cristo, y para ello, narrado en primera persona, se funde con el, y gracias a esto asistimos a las últimas horas que acabaron en el Gólgota como todo el mundo sabe. Una horas que transitan entre recuerdos, emociones, sufrimiento y agonía.
Contemplamos a un Jesucristo niño, "Tenía diez años, jugaba con otros niños del pueblo, nos tirábamos al lago desde lo alto de un montículo, y yo no me atrevía"; a un hijo admirador de su madre, "Mi madre bailaba, yo bailé con ella, con esa buena mujer a la que tanto quiero. Mi embriaguez era la expresión de que la quería, y yo sentía su respuesta"; incluso a un Jesucristo enamorado, de María Magadalena claro, "Gracias a ella supe que dormir era un acto de amor. Cuando dormíamos así, nuestras almas se fundían aún más que al hacer el amor...", "Estoy tan enamorado de ella como lo está ella de mi".
Y al final, un Jesucristo entregado, convencido, quizá derrotado, pero fiel al destino al que se entregó con ardor, incluso, quizá, con inconsciencia.
"Mi padre no se equivocó al asignarme este papel. Soy el indicado. Me he comportado con la suficiente ceguera como para equivocarme tanto, con el suficiente amor como para perdonarme y con el suficiente orgullo como para mantener la cabeza bien alta".
Repito, no se si Amelie Nothomb pretendía hacer de Sed un homenaje a la figura (histórico-religiosa) de Jesucristo, pero lo parece, y es magnífico. Hacía mucho tiempo que no la leía, y como siempre (o casi) esta mujer no defrauda. al menos a mi, ¡claro!