Proyecto Karón

Al convertirse en padre había perdido el privilegio del desplante, del gesto político incluso.

«Por si acaso». Odiaba aquella expresión. [...] ¿En qué clase de esclavo estaba convirtiendo? [...] ni sabía lo que era pagar duramente por el orgullo.

Su vida valía lo que otros quisieran pagar por ella, ni más ni menos.

La vida humana tiene un coste muy variable... Sería maravilloso que no tuviera precio, que su valor fuera infinito, pero la realidad es que sí lo tiene y que cambia en cada país y cada época.

La respuesta buena siempre llega tarde, cuando la oportunidad ya ha pasado.

Tendría que haber pedido más dinero, eso estaba claro.
Tampoco podía culparse, ¿no? No es tan fácil poner precio a tu vida si te lo piden así, a bocajarro y sin anestesia.