He echado la vista atrás preguntándome cuántos fuegos he ido encendiendo yo, como encendemos todes a lo largo de nuestra vida. Los que provoqué voluntariamente, los accidentales, los que incendiaron mis cimientos o los que encontraron otros fuegos encendidos por otras personas y multiplicaron sus llamas. Para eso están los libros (los buenos libros). Para hacernos pensar, para posicionarnos. Por lo demás, esta novela se lee sola. Una mujer joven y misteriosa, fotógrafa y madre soltera, que hasta ahora había llevado una vida nómada y desordenada, se instala con su hija adolescente en una bonita ciudad, una comunidad idílica de gente bien, muy pija y muy progre. Hay muchas madres en este libro. Muchos tipos de madre. Muchas reflexiones sobre las relaciones maternofiliales y el deseo de ser madre. Y hay adolescentes pasionales o perdidas o encontrándose. El estilo es fresco y ligero, ha sido mi novela del verano, la voy a recomendar mucho. |