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Crítica de Yani


Yani
24 September 2018
Las historias que se inmiscuyen en un flagelo de la humanidad tan vigente son difíciles de calificar. Porque, por más que el argumento de las contratapas suene misterioso y atrapante, este libro se trata de una sola cosa: la pedofilia. La obsesión de un hombre mayor por una niña menor de dieciocho años no tiene nada de romántico, épico o heroico, pero sí puede ser contada. Más allá de lo repugnante del caso, no es posible que califique este libro con menos de cuatro o tres estrellas porque no suelo restar puntos por la intolerancia hacia los personajes o por el trauma que me puedan producir los hechos. Lo que no me gusta es que muestren una doble cara (como me ha pasado con libros que leí anteriormente) y este no lo hace. Lolita, ya desde el prólogo ficticio, no se vende como una historia de amor, sino como las confesiones de un criminal que hasta podrían usarse con finalidades pedagógicas sobre una sociedad dormida ¿Era esa la intención de Nabokov? No. Él aclara que la novela tiene como finalidad causarle un placer estético y punto final. Así que los debates sobre el tema que se trata aquí no le deben haber importado.

Breve reposición de argumento conocidísimo por sus adaptaciones cinematográficas: Humbert Humbert es un francés de unos cuarenta y tantos años (si no fallan mis cálculos con los datos que proporciona en el libro) que, desde la cárcel, escribe la historia de su tormentosa vida. Desde las primeras páginas se presenta como lo que realmente es (un monstruo) y hasta relata los métodos que probó para “curarse” de sus perversiones sexuales, que involucran exclusivamente a niñas entre los nueve y los catorce años a las cuales denomina “nínfulas” ¿Qué es esto? Ni más ni menos que una de tantas tonterías que oigo y leo diariamente cuando se intenta defender a un depravado. Señala a la víctima como culpable de su desgracia y que esto se convierte en el escudo de Humbert durante toda la narración. Vuelvo al tema: este degenerado cuenta cómo y por qué se muda a los Estados Unidos y conoce a Charlotte y Dolores “Lolita” Haze, madre e hija, respectivamente. Se quedará a vivir con ellas y creo que con decir que Lolita tiene doce años, es bonita, rebelde y que llama la atención de Humbert (y él logra llamar la de ella, a la vez) estoy comentando bastante.

En todo momento la narración parece estar cruzando un límite, así como también lo hace el protagonista. No tiene reparos en contar sus experiencias, sus ideas misóginas (clasificación de las mujeres en bellas, prostitutas o gordas), sus accesos de violencia, sus acotaciones corrosivas. Es políticamente incorrecto por donde se lo mire y pone a prueba la resistencia del lector ¿Se puede soportar un personaje así, que planea matar, seducir, drogar, violar durante tantas páginas? Personalmente, he leído cosas más horrorosas que Lolita. Si pude terminar este libro, evidentemente hay algo que funciona como aliciente y atrapa. Primero y principal, la historia está muy bien escrita y estructurada, incluso me sorprendió que haya sido escrita en inglés, ya que no era la lengua madre de Nabokov. Pero no sólo logró contar con mucha exactitud y belleza los pensamientos de Humbert, sino que también usó juegos de palabras (en español no se aprecian) y hasta dejó indicios del final desparramados por ahí. Hay poco uso de lenguaje vulgar y se apela, en cambio, a una sustitución de las palabras que resultan muy útiles a la hora de describir las escenas más difíciles y polémicas.

¿Qué decir de Humbert, el narrador, además de todo lo que ya deslicé? No hay una palabra lo suficientemente insultante o descriptiva como para calificarlo. Ni siquiera sus conocimientos literarios lo vuelven más simpático (él es profesor de Literatura), así como tampoco lo hicieron sus intentos por compadecerse a sí mismo o proteger a Lolita después de haberla arruinado por completo. Humbert es un ser que rompe todo lo que toca y manipula con tal de satisfacer sus perversiones y buscar la lástima del lector. Los demás personajes son también desagradables, incluso Lolita y su madre, pero eso no quita que sean víctimas (a excepción de gente que no nombraré por cuestiones de “peligro de spoiler”) de la red que teje alrededor de ellos. Y tal vez esa red no la hayan visto porque durante todo el texto se nota una especie de crítica al ser humano que está inmerso en sus propias distracciones. Es un libro con muy poco humor y requiere cierta preparación para eso, porque no hay momentos de relajación, a excepción de las descripciones no sensuales. Me sentí bastante tensa durante toda la lectura.

Los altibajos de la historia están en los recorridos de Humbert y de Lolita y se detallan como si estuvieran contándonos un mapa, si eso es posible. El mismo narrador explica que eso fue a pedido del abogado, pero aun así me resultó indiferente. Tampoco le encontré el gusto a las justificaciones grandilocuentes que Humbert hace comparando su caso con los de Dante Alighieri y de Edgar Allan Poe, por ejemplo, que también se enamoraron de menores de edad. No le aportan demasiado a la historia, más allá de que podrían considerarse como digresiones esperables de un loco, y no me causaron ninguna sorpresa estilística. Es totalmente anacrónico situar su desvío en siglos anteriores, en donde ni siquiera se reflexionaba sobre esta clase de asuntos, y utilizar a Freud para teorizar el tema me pareció un recurso hilarante. Y la frutilla del postre: la exhibición de los países y civilizaciones antiguas en donde es o era legal contraer matrimonio con una menor. Deplorable. Son páginas que sobran, según mi parecer, pero si uno lo lee como el diario de un delincuente que está siendo observado por la Justicia, tienen su lógica.

El final es muy, muy bueno. Sólo me animo a decir eso.

No sé si puedo recomendar el libro con seguridad. No es para cualquier lector, mucho menos para aquel que no está acostumbrado a los clásicos contemporáneos. Tampoco es para gente que se indigne demasiado o tenga prejuicios firmes, del tipo “si trata sobre esto, no lo leo” ¿Se puede vivir sin haber leído Lolita ? Obviamente que sí. Que un libro tenga cierta fama y aceptación institucional no lo hace obligatorio. Particularmente (y si sirve de algo comentarlo), a mí no me cambió la vida. Es interesante y hasta un poco traumatizante, pero no lo prefiero a otros. Así que ahí van las cuatro estrellas (tal vez lo relea dentro de un par de años y cambie, ¿quién sabe?) porque el libro tiene una perfección formal que no puedo ignorar, por más que haya deseado la peor de las suertes al protagonista… y que ojalá que algún día no lamentemos más Lolitas.
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