Después del terremoto

Los terremotos son acontecimientos devastadores que pueden destruir la vida de muchas personas. En enero de 1995, un terremoto de magnitud 6.9 devastó la ciudad de Kobe, marcando un antes y un después en la vida de sus habitantes. Y así como hay terremotos físicos, también hay otra especie de terremotos que sacuden nuestra vida a niveles introspectivos, ajenos para el resto del mundo pero que para nosotros son un acontecimiento que puede derrumbar, alterar e incluso destruir nuestra experiencia vital.

De esto nos habla Murakami en “Después del terremoto”, una colección de seis relatos que tienen en común, de manera más o menos explícita, la tragedia de Kobe de 1995. Seis historias que nos presentan a seis personas enfrentadas a súbitos cambios en sus vidas, terremotos internos cuyos ecos dejan al descubierto enormes vacíos vitales que ocasionan en los protagonistas incertidumbre y desolación.

De los seis relatos destacaría tres por encima del resto: “Todos los hijos de Dios bailan”, una historia en la que Murakami nos invita a reflexionar sobre la figura de Dios y la religión, “La torta de miel” en donde un triángulo amoroso marcará la vida de Junpei, un joven escritor de relatos con una fuerte crisis existencial y “Rana salva Tokio”, sin duda el más interesante y divertido de todos. Aquí, una rana de tamaño humano se le aparece a Katagiri, un joven como otro cualquiera, para pedirle ayuda para detener a un gusano enorme que vive debajo de Tokio y que causará un terremoto mayor que el de Kobe y que supondrá la destrucción de la ciudad.

En esta colección de relatos, Murakami juega con esa doble realidad tan característica de su obra, en la que dichas realidades no se contradicen, si no que se complementan, para tejer historias llenas de simbolismo, metáfora y reflexiones.

Seis individuos cuyas vidas han sido sacudidas y que no entienden muy bien que les ha pasado, ni cómo ha sucedido, pero que continúan con sus vidas como el agua de un río fluye por su cauce. Seis historias que nos invitan a reflexionar sobre el cambio, el paso del tiempo y la construcción vital que hacemos de nuestra propia experiencia humana.