Baila, baila, baila

Si a la portada le ponemos a otra niña gemela nos vamos al “resplandor”. Bueno, era una pequeña broma, ese pasillo me lo recordó y, casualmente, también es un hotel, pero hasta ahí el parecido con el libro de King, también muy bueno, por cierto.
A este autor lo he ido “conociendo” poco a poco, me he reconciliado con él paso a paso y, en esta ocasión me he quitado el sombrero ante su obra. La primera obra suya que leí fue “Tokio blues” y no me gustó nada, más adelante haré una relectura porque me debí perder en alguna parte. Después probé con relatos y la cosa cambió, pero no me había “atrevido” con otro libro hasta ahora y he de decir que estoy contenta de haberlo probado porque esta historia me ha encantado. El protagonista, que no tiene nombre, es una persona normal, sin grandes aspiraciones, pero que tiene claro lo que quiere y dónde está. Los personajes que lo van rodeando poco a poco son profundos, complejos y lo hacen salir de su soledad. Todo está conectado y, nuestro protagonista va conectando con su vida a través de los personajes que van apareciendo en su vida, algunos buscados, otros surgen por casualidad. Conversaciones ligeras y otras que te dan mucho que pensar. Y el título, aunque parezca una simpleza, nada más lejos de la realidad, es una filosofía de vida y hasta ahí os puedo contar. Solamente decir que ha sido una lectura que he disfrutado mucho y me hará, sin duda, seguir leyendo a Murakami.